Astor Piazzola fue incomprendido en el mundo del tango. Hoy su música representa al país en el mundo.

"Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo ¿viste?". El 19 de noviembre de 1969, hace 50 años, se estrenaba la gran obra de Astor Piazzola y Horacio Ferrer, "Balada para un loco". Ese año, 1969, ya lo dije en otra ocasión, fue un año proficuo en sucesos mundiales que cambiaron la historia. La llegada del hombre a la Luna. El festival de Woodstock que coronaba el reinado de la generación hippy, nacido a contracara de los horrores de la guerra de Vietnam. El grupo Almendra, con Spinetta a la cabeza, editaba su primer disco. El "Cordobazo" era el principio del fin del régimen de Onganía. Silvio Rodríguez ya le cantaba a Playa Girón. Los Beatles se despedían desde la terraza del edificio de su sello Appel. Aquí Sportivo Desamparados, le hacía "pata ancha" a Boca Juniors y le empataba 1 a 1, con aquel recordado gol del "gringo" Pérez. Y en el Luna Park, la voz de Amelita Baltar, por entonces novia de Piazzola, ponía a consideración de vanguardistas y tradicionalistas "Balada para un loco", y abrió una grieta entre los que recibieron con placer esa inyección de aire puro, y los que afirmaban que lo de Piazzola "no era tango". Amelita Baltar recuerda que durante su actuación la aplaudieron pero otros la silbaron e insultaron sin parar. Estos tal vez ignoraban que no bien editado el tema, Aníbal Troilo le habló a su ex bandoneonista Piazzola, para decirle si no se habían dado cuenta "que habían creado la segunda Cumparsita". La balada tiene formato de vals, al principio, con un verso inicial y otro intermedio. Cuentan que Ferrer trajo desde su habitual caminata callejera, una frase que le pareció justa para entregársela a Piazzola, con quien ya había comenzado a componer. "Yo sé que estoy piantao" lo traía pegado a la oreja, y Piazzola aceptó el desafío y se subió a un psicodélico viaje surrealista. Ferrer, mezcló cosas de la realidad con otras inventadas y le salió una ensalada indescriptible y feliz, que fue una bomba atómica en el mundo del tango canción. Tomó, por ejemplo, la visita del astronauta Neil Armstrong, que tres meses antes había pisado la luna, quien, saludado por un mundo de chicos en su recorrido por la calle Callao, inspiró la frase "no ves que va la luna rodando por Callao y un corso de astronautas y niños con un vals, me baila alrededor, pará, vení, volá". El tango, de machos, prostitutas, inmigrantes y malevos, pasaba a este mundo loco, festivo, irreal, y era el colmo. Festeja el amor cuando el loco que salió por Arenales, grita desaforado "desde Vieytes nos saludan vivan, vivan, los locos que inventaron el amor", aludiendo al hospital siquiátrico Borda, sobre calle Vieytes. Fue editado en un simple en noviembre del "69, y del otro lado tenía otro clásico "Chiquilín de Bachín". Primero la grabó la Baltar, pero Goyeneche se anotó inmediatamente con un registro, que vendió más 200.000 discos en pocos meses. "Balada para un loco", desde hace 50 años ocupa un lugar preponderante en la vidriera de la música popular y ya no hay quien lo discuta.

Orlando Navarro
Periodista