En el manual del ladrón eficaz, la toma de recaudos figura entre las prioridades por si las cosas no salen como se planearon a la hora de cometer un robo. Así, por ejemplo, si en el atraco se hace necesario el empleo de algún vehículo, esa suerte de máxima no escrita impediría usar el rodado propio, porque alguien podría identificarlo y echar por tierra la idea de salir impune. Pero eso no fue lo que sucedió el sábado pasado en el barrio Fermín Rodríguez, en Desamparados, Capital. A eso de las 19, dos sujetos se metieron a una casa en ausencia de su dueño, un vecino los vio y su intervención los obligó a dejar abandonada la moto Honda Titán 150cc en la que habían llegado. Hubiera sido asunto concluido si ese rodado hubiera sido robado para dar ese golpe, como se estila. Sin embargo todo indica que era la moto de alguno de los ladrones (o de un estrecho contacto), porque media hora después aparecieron por el mismo barrio. Y a punta de arma, amenazaron a dos vecinos en la ingenua creencia de que alguno de ellos tenía ese vehículo. Pero cuando supieron que ya la tenían los policías de la seccional 4ta. otra vez debieron escapar. Y otra vez alguien vio cuando se subían a un Fiat Siena oscuro guiado por un tercer sospechoso. En instantes, tenían a los mismos uniformados pisándoles los talones.
Fue el momento más dramático y peligroso del increíble raid de esos delincuentes. Según fuentes policiales, la persecución se extendió por varias calles hasta desembocar en el barrio Arenales, en Chimbas, donde los sujetos se vieron obligados a abandonar también ese auto. Previamente, habían intentado sacarse a los uniformados de encima efectuándoles al menos 10 disparos (habrían usado un arma 9 mm.), uno de los cuales dio en el patrullero. Los policías no repelieron el ataque, por los habitantes de la zona y por el enrejado de la camioneta en que se trasladaban.
Dos vehículos perdidos, ningún robo y con todas las posibilidades de ser atrapados. Ese fue el resultado de un sábado para el olvido para esos delincuentes.