En una esquina de la sala, la mujer llora. En silencio, con dolor, con bronca. Se identifica como María Antonia Castro cuando el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) le pregunta por su nombre y le advierte que en la audiencia no puede hablar sin autorización, que para eso está su abogada, Gema Illanez. María no pudo aguantarse cuando el secretario, Adrián Elizondo, leía el tramo de la acusación en el que se describía que el disparo letal contra su marido, Alberto Eduardo Chirino (44) ocurrió cuando, con un amigo, se apoderaban del combustible que Luis Antonio Lescano (51) tenía a la venta en el parador Talacasto (cruce de las rutas 40 y 436) en Ullum, la madrugada del 28 de marzo de 2016. "Eso es mentira, mi marido no agarró ningún bidón y no robó nada", había dicho María, enfática y muy molesta.
Tampoco se aguantó decirle un par de cosas a Lescano, por lo bajo, luego de que ratificara ante el juez, ante el fiscal José Eduardo Mallea y ante su defensor, César Jofré, que está dispuesto a ser condenado a 2 años y 8 meses sin encierro, por homicidio simple con exceso en la legítima defensa, y portación y tenencia ilegal del revólver calibre 32 usado en el crimen, y un rifle y una carabina calibre 22. Está libre porque esos delitos son excarcelables.
"Acepto el castigo. Estoy totalmente arrepentido, esto me jodió la vida para siempre… yo nunca quise matar a nadie. Sólo quise ahuyentarlos pero ocurrió esta desgracia… ahora dejaría que me roben", le dijo luego a este diario Lescano. "Le pido perdón a la familia (de Mallea) a Dios, a la Justicia, aunque sé que eso no alcanza", agregó.
Todo pasó a eso de las 3,30 de aquel día. Mallea, tres amigos y dos niños volvían de participar en una competencia ciclística en Catamarca. Volvieron por Jáchal y cuando se acercaban a Matías Sánchez se les encendió la luz de alarma por falta de nafta. Un remisero les dijo que podían conseguirla en Talacasto y la versión judicial es que allí golpearon y gritaron. Y como no salió nadie tomaron el combustible. Pero Lescano (que dormía más al fondo) los sorprendió, les gritó "choros" (ya había sufrido un gran robo en 2014) y disparó. Mallea no llegó vivo al hospital.
La familia de la víctima puede oponerse al juicio abreviado, pero su opinión no obliga al juez, que ahora debe resolver.
La opinión de la querella no obliga a nada al juez, quien decide si acepta o no el abreviado