La denuncia periodística se convirtió en judicial en apenas horas. Fue publicada por la revista Análisis, de Paraná, quienes presentaron un pormenorizado informe sobre el reconocido abogado Gustavo Rivas. ” Los cálculos más moderados indican que, por lo menos, corrompió a más de 2 mil adolescentes de entre 15 y 16 años, entre 1970 y más allá del 2010″.

 

“Los abusos del doctor” fue el título de la tapa de la revista Análisis. Adentro, el reconocido periodista de investigación Daniel Enz -quien presentó hace pocas semanas El Clan, el libro en que denuncia los negociados durante la gestión Urribarri en aquella provincia- hace un exhaustivo relato de lo que denuncia como “graves abusos y corrupción de menores”.

 

La nota de Análisis:

Durante más de 40 años, el abogado, historiador, personaje ilustre de Gualeguaychú y ex candidato a gobernador por la Ucedé, Gustavo Rivas, cometió graves abusos y corrupción de menores en su ciudad. Los cálculos más moderados indican que, por lo menos, corrompió a más de 2.000 adolescentes de entre 15 y 16 años, entre 1970 y más allá del 2010. Les pasaba videos pornográficos; los masturbaba; les practicaba sexo oral; se hacía penetrar o colocar elementos importantes en su ano, en encuentros semanales en su casa. Nunca nadie lo denunció ante la justicia, por temor al poder que sigue teniendo en la sociedad de Gualeguaychú. Por primera vez, Análisis cuenta en detalle las atrocidades cometidas por el abogado, después de casi un año y medio de investigación periodística.

 

Cada viernes o sábado se preparaba como nunca. Disfrutaba esas tardes, mirándose al espejo y engominándose el pelo. Había que ajustar todos los detalles para fotografiar o filmar a sus víctimas. Ya sea en su domicilio particular o bien en la vieja casona de Urquiza al Oeste, en Gualeguaychú, que ya no es de su propiedad. Ningún pormenor debía quedar al azar: la heladera tenía que estar llena de fiambres y quesos y no podían faltar bebidas. Con alcohol y sin alcohol. El proyector de 8 milímetros o el video de VHS -según la época- debía funcionar correctamente y las películas pornográficas compradas en Capital Federal tenían que renovarse cada semana. En esa misma Buenos Aires hacía revelar el material fílmico, para que nadie se entere en Gualeguaychú.

 

Más detalles de la investigación

 

*En las visitas a su casa, los pibes iban en un número que oscilaba entre cinco y diez. Cuando llegaban, Rivas los atendía en bata y completamente desnudo abajo.

 

*Rivas se desempeña como docente y apoderado legal del Instituto Agrotécnico. Un ex alumno recordó que por los años 1999- 2000, el abogado se dedicaba a invitar a alumnos varones a su casa. Uno de los directivos de dicho colegio en esa época, se complotaba con él para organizar “fiestas” en la casa de Rivas, a la que también asistían alumnos.

 

*Al parecer, el obispo Luis Eichhorn, habría advertido que su objetivo era captar jóvenes del lugar. Hay quienes recuerdan que el alto prelado lo convocó a su oficina y lo puso en conocimiento de lo que sabía de sus aventuras con menores y le dijo que no lo quería ver más por el Pío XII. Rivas se fue cabizbajo y sin decir una palabra.

 

*Para celebrar esos encuentros se vestía de mujer con una mínima bombacha y un corpiño; bailaba arriba de la mesa y finalizaba esa especie de actuación perversa, colocándose una linterna encendida en el ano, mientras hacía apagar las luces del lugar.

 

*Se lo tomó como una broma, como una anécdota de pueblo, sin importar las víctimas o el daño causado.

 

*Nos sentábamos a tomar algo abajo, a comer algo y nos iba invitando a subir a su habitación, uno a uno. Todo era a cambio de dinero. Arriba tenía tres dormitorios y uno de ellos era para las prácticas sexuales. Era una cama con control remoto de una plaza y media; TV con una luz normal de arriba, con música. Ahí te practicaba sexo oral. Él ofrecía que lo penetráramos. Tenía un pago determinado por cada cosa. Si lo penetrábamos se cobraba más que sexo oral. Era como el equivalente a 200 o 300 pesos de ahora.

 

*Primero te ponía un video porno para excitarte. Generalmente nos recibía vestido con una bata y todo desnudo abajo. Te empezaba a tocar, te hacía sexo oral y nos masturbaba hasta hacernos eyacular. Algunos ya habíamos debutado sexualmente; pero hubo quienes debutaron con él también. Sabía los nombres de cada uno de nosotros y de nuestros padres.