Con hambre. Según los relevamientos, hay un 10,4 por ciento de los chicos de todo el país que pasa hambre, mientras que un 5,8 no recibe alimentación diaria.

 

 

Casi dos de cada tres chicos y adolescentes viven en hogares con privaciones en vivienda, saneamiento, educación, salud u otros indicadores socioeconómicos, de acuerdo al Barómetro de la Deuda Social de la Infancia que elabora la UCA (Universidad Católica Argentina).

Dicho de otros modo, se trata de unos 8,2 millones de menores de 17 años que viven en hogares con distintos grados de pobreza, según publicaron ayer los diarios Clarín e Infobae.

Aunque en 2017 los hogares pobres tuvieron una mejora en sus ingresos, la pobreza infantil multidimensional, que toma en cuenta un conjunto de indicadores sociales, pegó un nuevo salto y alcanzó al 62,5 por ciento de menores de 17 años, de acuerdo al Barómetro de la Deuda Social de la Infancia. Ahora, hay 260.000 nuevos chicos pobres con relación al 60,4 por ciento que arrojó la medición en 2016. Es decir que este último informe reveló un incremento de 2,1 por ciento en la pobreza infantil entre el 2016 y el 2017.

Aun así, en un nuevo y más amplio relevamiento (Encuesta de la Deuda Social Argentina) de la UCA, que incluye más regiones, la situación es más grave porque eleva varios puntos la pobreza infantil multidimensional. La situación más crítica se verifica en el Conurbano bonaerense donde la pobreza infantil asciende al 75,3 por ciento, o sea, tres de cada cuatro chicos del Gran Buenos Aires vive en hogares con carencias estructurales.

A su vez, la pobreza estructural infantil medida según las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es del 28 por ciento (16 por ciento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 33 por ciento en Gran Buenos Aires) con la EDSA nueva.

Al igual que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), aunque con valores diferentes, para la UCA la pobreza infantil medida por los ingresos de los hogares se redujo del 47,5 al 42,5 por ciento y la tasa de indigencia bajó del 11,4 al 10,1 por ciento durante el año pasado.

Sin embargo, en base a un análisis que considera el acceso insuficiente o inadecuado de las familias a alguna de las necesidades básicas, como alimentación, vivienda, asistencia médica, saneamiento o educación, para la UCA la pobreza "multidimensional" entre los niños y adolescentes de 0 a 17 años pegó un nuevo salto.

Según los relevamientos, hay un 10,4 por ciento de los chicos de todo el país que pasa hambre, mientras que un 5,8 no recibe alimentación diaria. El informe de la UCA alertó que para el último trimestre de 2017 un 30,2 por ciento de menores se encontraba en viviendas precarias en terminos de materiales para la construcción. También se informó que el 24,7 por ciento carece de acceso al agua de red e inodoro con descarga en el interior de la vivienda.

Según Ianina Tuñon, Coordinadora del Estudio, además de los bajos ingresos de los hogares pobres, "la desprotección social que supone la situación de pobreza expone a los niños a múltiples vulnerabilidades: habitacionales, nutricionales, enfermedades, accidentes, explotación, violencia, discriminación y acceso insuficiente o inadecuado a la vestimenta, al calzado, a asistencia médica pero también a la estimulación emocional, intelectual y social. Es por ello, que se valora específicamente el enfoque de derechos y la perspectiva multidimensional como medida desde donde definir la pobreza".

Tuñon explicó que "muchos residen en viviendas precarias, hacinados o en condiciones inadecuadas en términos del saneamiento, muchos otros no acceden a la atención de la salud, menos son los que no acceden a la educación o a la información, y muchos menos los que no pueden garantizar su alimentación. Sin embargo, está claro que el Estado argentino está lejos de poder garantizar una vida plena".