Permanecer en un entorno confortable puede resultar inesperadamente contraproducente. Según un estudio efectuado por investigadores de la Universidad de Maastricht (Holanda), la invariabilidad de las temperaturas bajo techo impide una serie de consecuencias positivas en el organismo. Cambios que van desde la pérdida de peso hasta la prevención de varias enfermedades.
 

 

Wouter van Marken Lichtenbelt, líder de la investigación publicada en la revista Building Research & Information, explicó: "De manera tradicional se asumió que una temperatura fija y estable en los hogares y lugares cerrados satisface el confort y la salud de la mayoría de la población. Sin embargo, nuestro trabajo indica que un frío moderado y una temperatura variable pueden tener un efecto positivo sobre nuestra salud y, al mismo tiempo, resultar más que aceptables, cuando no placenteros".
 

Primeramente, ayudaría a adelgazar y, por lógica, a combatir la obesidad. Tomando como parámetro de confort a una temperatura que oscila entre los 21 y los 22 grados, los especialistas señalaron que al excederse de esos estándares, el metabolismo se acelera y el organismo consume más energía, lo que puede contribuir a la eliminación de kilos de más que tienden a acumular quienes siguen hábitos sedentarios, por falta de ganas o no disponer del tiempo necesario para la actividad física.
 

Otra impacto sucede en otra enfermedad metabólica prevenible. Podría promover el desarrollo y progresión de la diabetes tipo 2. El frío influye en los niveles de glucosa. Los expertos indican que los resultados se avizoran en un corto lapso de tiempo. Wouter van Marken concluye que con solo diez días de exposición intermitente a un ambiente más fresco dentro del edificio, mejora la sensibilidad a la insulina y aumenta el consumo de calorías.