El motor de hidrógeno se ha convertido en una de las alternativas para los nuevos vehículos agrícolas no contaminantes. Primero porque posee más potencia en relación energía/peso que cualquier otro combustible y produce poca o ninguna contaminación, ya que sólo libera vapor de agua en su combustión. Esta tecnología, si bien tiene un enorme futuro, sigue siendo investigada.
A partir de la reacción del hidrógeno y el oxígeno se produce energía. Para conseguir la reacción química que libera energía se puede utilizar hidrógeno puro o un combustible que contenga hidrógeno. Las emisiones a la atmósfera son mínimas y si se utiliza hidrógeno puro solamente se libera vapor de agua. En la actualidad el principal problema es cómo almacenar el hidrógeno.
Hoy ya hay tractores que funcionan a hidrógeno que genera cero emisiones nocivas, solamente generan calor y vapor de agua. Para producir hidrógeno, se investigan tres líneas: la primera llamada electrólisis de agua, que consiste en la descomposición de agua en oxígeno e hidrógeno mediante la energía eléctrica producida por un sistema fotovoltaico instalado en la explotación agrícola.
La energía se almacena en baterías para llevar a cabo el proceso de hidrólisis.
El segundo método trata de reformar el vapor de gas natural y tercero y es el más innovador, es la explotación de la fermentación anaeróbica de biomasa. Éste es un proceso biológico que genera una combinación de gases con una importante proporción de hidrógeno.
En España, la tecnología es especialmente novedosa y el primer prototipo que se ha fabricado está precisamente en Viñas del Vero.
¿Qué es lo más sorprendente en un vehículo que funciona con hidrógeno? Probablemente, la ausencia del ruido del motor cuando se pone en funcionamiento. "Y sí, hemos dicho hidrógeno y no gas o electricidad", explica la bodega en su página de internet.
En realidad, el prototipo debe verse como un eslabón más en el aprovechamiento total de los recursos de la bodega. De hecho, el hidrógeno necesario para ponerlo en marcha se crea con la energía que sobra tras cubrir las necesidades de funcionamiento de nuestra depuradora. No se trata de otra cosa sino de la descomposición de las moléculas de agua para poder aislar el hidrógeno que luego se comprime y almacena para servir de combustible para el vehículo.
José María Ayuso, responsable de viticultura de Viñas del Vero, está feliz de lo que se ha conseguido con este proyecto que él califica de "demostrativo" y que cierra un círculo más en el plan de sostenibilidad de la bodega.
El primer círculo es el reciclaje del agua de bodega para convertirla en agua de riego. El segundo es la gestión eléctrica de este proceso mediante placas solares y el tercero el uso de la energía sobrante y de la propia agua para crear un combustible que permita la movilidad. En la práctica, se trata de un modelo que trabaja de forma independiente y que, por tanto, podría ser trasladado a zonas aisladas y despobladas
"Lo importante es que funciona y es rentable porque no se desperdicia ni un solo kilovatio", explica Ayuso, quien añade que "el hidrógeno no es solo un combustible sino un vector de movilidad que permite almacenar energía para su posterior utilización, casi como si fuera una batería".
Detrás de este desarrollo hay fondos del programa europeo Life Rewind, y el trabajo conjunto de la Universidad de Zaragoza, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del centro mixto de investigación Liftec y la empresa Intergia Energía Sostenible.
El coche eléctrico adaptado a hidrógeno que tanto llama la atención de quienes visitan la bodega es el germen de un futuro tractor para trabajar en el campo. De momento sirve, y muy bien, a los técnicos de la casa para desplazarse a la viña gracias a sus aproximadamente 50 kilómetros de autonomía, aunque, eso sí, sin superar de momento los 35 kilómetros por hora. Habrá que ver qué pasa en el futuro.