"El valor de la palabra, lo que se dice o lo que se calla en el matrimonio, es muy importante…".

En artículos anteriores, nos referíamos al amor en el matrimonio, según el documento "Amoris laetitia" del papa Francisco. Queremos ahora continuar con algunas reflexiones de su magisterio sobre el amor conyugal. 

La comunicación positiva es una herramienta clave para el cultivo y el éxito del amor conyugal. "Comunicar" significa poner algo en "común", y en el matrimonio, ese "algo" es fundamentalmente la propia intimidad de cada cónyuge, es decir, lo que piensa, siente y desea. Amar es compartir, es estar en "comunión".

En el matrimonio, el "yo" da paso al "nosotros", o sea, son dos personas que se vuelven "una sola carne", una unidad. La comunicación permite que se conozcan profundamente para ayudar y recibir ayuda, para ser "cónyuges" (tirar el mismo yugo) y para complementarse.

Todo lo que no se comunica en la pareja, no se comparte; lo que no se comparte, desune; lo que desune, separa y distancia; y lo que distancia, hace de cada cónyuge un extraño para el otro. 

Ahora bien, varones y mujeres se comunican de distinta manera, es decir, poseen diferentes necesidades y motivaciones para comunicarse. Escribe el Papa Francisco: "Varones y mujeres, adultos y jóvenes, tienen maneras distintas de comunicarse, usan un lenguaje diferente, se mueven con otros códigos. El modo de preguntar, la forma de responder, el tono utilizado, el momento y muchos factores más, pueden condicionar la comunicación. Además, siempre es necesario desarrollar algunas actitudes que son expresión de amor y hacen posible el diálogo auténtico" (Amoris laetitia,136).

En primer lugar, existe una comunicación por medio del "lenguaje verbal", que consiste en el intercambio de pensamientos, conocimientos, sentimientos, dudas, temores, necesidades, gustos, etc. El valor de la palabra, lo que se dice o lo que se calla en el matrimonio, es muy importante para la buena comunicación.

Existe también un "lenguaje no verbal", que se manifiesta a través del "lenguaje del cuerpo", con sus gestos, miradas, sonrisas, besos, caricias, y el abrazo amoroso, donde el cuerpo expresa aquello que no se puede expresar con palabras.

Escribe el Papa Francisco: "¡Cuántas cosas hacen a veces los cónyuges y los hijos para ser mirados y tenidos en cuenta! Muchas heridas y crisis se originan cuando dejamos de contemplarnos. Eso es lo que expresan algunas quejas y reclamos que se escuchan en las familias: "Mi esposo no me mira, para él parece que soy invisible". "Por favor, mírame cuando te hablo". "Mi esposa ya no me mira, ahora sólo tiene ojos para sus hijos". "En mi casa yo no le importo a nadie, y ni siquiera me ven, como si no existiera". El amor abre los ojos y permite ver, más allá de todo, cuánto vale un ser humano" (AL,128).

 

Por Ricardo Sánchez Recio
Orientador Familiar, Lic. en Bioquímica, Profesor