No es misión sencilla hacer reír a la gente, menos aún en los álgidos tiempos que corren. Pero desde hace ya muchos años, y en ambos casos de manera casi natural, estos dos hombres se encargan de sacarle una carcajada, o al menos de robarle una sonrisa, a quienes tienen al lado o se cruzan en sus vidas. Con chispa propia, poco a poco ese "don" que los hizo ser "el alma de la fiesta" entre amigos o en reuniones familiares, fue cultivándose, ganando adeptos fuera de sus círculos habituales, empujándolos a los escenarios y abriéndoles nuevos caminos incluso fuera de esta provincia, donde este rubro no ha tenido muchos protagonistas; y entre ellos "El Cumpita", Kiko Brambilla o Rulo Arrendondo, por dar tres nombres. Y entre cuento y cuento, la música, otra pasión para ambos y otro instrumento para llegar a la gente. "Showman" es la palabra que eligen a la hora de definirse Miguel Delgado y Orlando Balmaceda, aunque estos admiradores de Cacho Buenaventura y Landriscina -entre otros donde también figuran Sandrini o Moldavsky- no reniegan del título de "humoristas" que el público les entregó. Por el contrario, ambos están orgullosos de este oficio que para ambos tiene un solo objetivo: llevar un poco de alegría, hacer pasar un buen momento. Nada menos. En charla con DIARIO DE CUYO, tanto Miguel -jubilado, al frente de una agencia de quiniela- como Orlando -odontólogo- compartieron algunas intimidades de su mettier.
* Comienzos
Orlando
Lo traigo en la sangre, esa picardía, siempre hay algún ocurrente. En la escuela imitaba profesores, hacía chistes. Un día, en un programa que se llamaba La escoba, que conducía Guillermo Barrena Guzmán, tuve que reemplazar a un viejo capísimo, Kiko Brambilla, y ahí empecé. Siempre fue ligado a la música, porque soy profesor de piano. Cuando fui a estudiar odontología a Córdoba, comencé a actuar en distintos lugares, desde los más top hasta un casamiento de gitanos. Eso me abrió la mente. Trabajé en Vinicius, donde después de sus shows iban Charly, Sapo Cativa, Chichilo Viale, Armando Tejada Gómez, una gran pléyade de artistas. Fue un bagaje de vivencias muy enriquecedor. Cuando volví a San Juan a ejercer mi profesión, formamos una sociedad con mi amigo Raúl Zorrilla, que se ocupa de la técnica y los contratos, retomé la música y el humor era un nicho. Por el año ’97 empecé a meter humor a mis shows, gustó y pasé a ser también humorista.
Miguel
Empecé hace 19 años. Era el payaso en todas las fiestas familiares y una vez estando en el Nogaró con unos matrimonios amigos, en el Café Concert que organizaba Oscar Gutiérrez, lo veo que iba y venía nervioso. Le pregunté y me dijo que le había fallado un número. Le pedí que me prestara el micrófono para entretener un poco hasta el siguiente número. Empecé a contar cuentos, la gente se prendió y Oscar dijo "¿Les gustó el humorista que traje? Próximo café concert, en exclusiva el humor de Miguel Delgado". Y así quedó. A los 15 días fui ya con guitarra, preparé canciones -siempre soñé ser cantante, porque cantaba desde los 3 años en la Pandilla del Tío Melchor- y armé una rutina. Y de ahí me llamaron para las peñas en el Capayán, como previa de los cantantes, Inti Huama, Pirán…y de ahí no paré más. El humor me llevó al Festival Pensar con humor en Córdoba; a La cumbre de la risa, con una gira por el norte con otros artistas, entre otros escenarios.
* ¿Cuento o chiste?
Orlando
Voy mezclando. Mi show tiene cuatro partes, empieza con música, generalmente un tango, luego salpimentando algún cuentito, otra parte musical con algún invitado y al final hago imitaciones de políticos, cantantes…. Luego la gente te va pidiendo. Y termino con música para bailar o, ahora, para moverse en la silla. Uno va midiendo, buscando la efervescencia del público, esa comunión.
Miguel
Al chiste corto lo uso para tirar dos o tres, prefiero los cuentos -no los relatos, que acá lo hace sólo Landriscina- y por eso funciona en todas partes. Voy todos los años a Monte Hermoso y me pruebo un poco con gente de todo el país. Es un humor distinto, para pensar… Hoy veo en muchos humoristas cordobeses el mismo estilo; yo hablo de cosas con las que la gente se identifica y se ríe.
* Cambios
Orlando
No cambió el humor, cambió la vida con todos estos movimientos que hay y que hay que tener en cuenta. Si bien a mí no me gusta reírme de la gente, más bien con la gente, hay que tener cuidado. Yo me cuido más ahora, sí, no hay que hacer lo que no nos gusta que nos hagan. Trato de ser respetuoso. Si voy a herir susceptibilidades ¿qué sentido tiene? Uno va agudizando el ojo clínico desde el escenario y va viendo qué tipo de público tiene.
Miguel
Hay segmentos que ya no hago, pero por lo demás no, porque en general yo agarro de punto a los hombres, no a uno particular sino en general, me tiro a mí mismo y les cabe a todos. Nunca nada malo de la mujer, al contrario. Y nada procaz, porque me imagino que si estoy con mi mujer y mi hija viendo un show y sale algo así, me sentiría muy incómodo. Trato que todos la pasen bien. Creo que el humor con respeto pega y se entiende en cualquier lado.
* Humor sanjuanino
Orlando
Sí hay y yo soy un gran defensor. Hay muchas palabras y expresiones que no escuchamos en otros lados y uno los disfruta, como el "donde topa", o dichos que nadie te los enseña afuera, son puramente sanjuanino. Es un humor tranquilo, pícaro, con un doble sentido pero sano, sin groserías . tenemos nuestras cosas. Las formas de hablar. El primer chiste de sanjuanino lo contaba el Sapo Cativa en Córdoba, él vino en los 70 cuando estaba El Horcón, vino por dos semanas y se quedó ocho meses. El doble sentido pero sano.
Miguel
Una vez un artista local me dijo "vos lo que tenés que hacer es sacarte el sanjuanino y hablar más neutro". Todo lo contrario. No, es mi identidad y cuando vas a otro lado la gente dice "qué bonito cómo habla" y se ríe de las cosas que contás de tu provincia y de cómo las contás. Y si pega en Tucumán y pega en España -donde he actuado cuando fui a visitar a mis hijos- ¿por qué voy a cambiar? Nosotros tenemos que marcar bien la diferencia de ser sanjuaninos, con nuestras cosas y nuestra forma de hablar, tu lugar, tus costumbres.
* ¿Risa fácil?
Orlando
Al principio la remaba en hormigón. En San Juan hay una parte del público que se ríe de entrada y otra a la que hay que cautivar, pero cuando lo ganás, queda enganchadísimo.
Miguel
Para mí no hay mejor público que el sanjuanino. Debo decir que no me costó jamás hacerlo reír. Y no solo se prenden los grandes, sino la juventud también, y me encanta.
* Las fuentes
Orlando
Me gusta observar. En una reunión me van a ver callado, estoy mirando, tratando de captar ideas, palabras. Me gusta hablar con la gente mayor que tira frases, vivencias; y así vas armando el repertorio. Mucho vivencial , cosas que te van pasando. Y dentro del humor tengo una especialidad que es la odontología, donde uno se mueve como pez en el agua, e incluso se los cuento a los mismos pacientes. Y también sacás de internet, claro.
Miguel
Para mí es fundamental darme una vueltita por el centro, es mi banco de prueba y mi fuente. Miro mucho, armo cuentos. Me cruzo al café y me junto con uno y con otro, cuento un chiste, veo cómo reaccionan y me voy a otro lado. Vas sacando de todo lo que te pasa día a día, de lo que hablan en una fila, o cuando vas a hacer una compra por ejemplo, sale un cuentito. Y después hay otros cuentos conocidos a los que uno les va dando su toque.
* ¿Qué es el humor?
Orlando
Es una condición natural, un don que Dios me dio para compartirlo, una misión para lo que vine a este mundo: que la gente pase un rato lindo.
Miguel
Chaplin decía que un día sin reír es un día perdido. Eso es el humor. Trato de pasarla bien y de hacer que la pasen bien. La vida es una y es corta.
Fotos DANIEL ARIAS