Entre la pasión y el sacrificio. Emilio Oro en plena tarea en su Rawson natal. Por la tarde recorre los barrios buscando maderas o muebles usados para seguir haciendo lo que para él es su arte y su sustento.

 

"Señora, ¿no tiene madera que no le sirva?". El pedido algo inusual es de Emilio Isidro Oro, un hombre de 57 años que recorre los barrios de Rawson y Pocito buscando retazos de maderas o muebles usados que la gente no use pero que para él resultan su fuente de sustento diario. Es que el hombre los desarma, los restaura y luego vende los muebles como si fueran nuevos y con eso, lleva el plato de comida a su hogar.

La historia de este hombre es de puro sacrificio. Dice que se fue hace cerca de 30 años al sur argentino buscando trabajar de lo que tanto ama: la carpintería artesanal. Trabajó en El Calafate en una importante empresa y en la Casa de la Cultura haciendo tareas de embellecimiento en el Lago Argentino, pero después debió dejar la Patagonia por un serio problema que lo puso entre la vida y la muerte: "Casi me rompí el corazón. Sufrí un desgarro interno y externo en el pecho, muy cercano al corazón, y estuve mal, casi no la cuento. Encima estaba lejos de la familia y los afectos son fundamentales en tiempos así", comentó.

Ya recuperado y junto a su mujer Vilma, se trasladó a Trelew buscando nuevos horizontes, hizo cursos de seguridad, de bombero, de primeros auxilios pero no encontró salida laboral y su destino lo llevó a Pilar, Buenos Aires. Allí trabajó en una empresa de seguridad pero en ese trabajo vivió dos hechos violentos con tiroteos, que determinaron su regreso a San Juan. "Volví a mis raíces pero no fue como lo hubiese imaginado", cuenta. Es que recorrió cientos de lugares buscando trabajo pero sin éxito: "En todos lados me decían que tenía que tener Secundario completo y el otro problema era mi edad, lamentablemente estamos fuera del sistema", se lamentó.

Fue allí que instalado en su casa paterna, decidió buscar la forma de sobrevivir. "No me arrepiento, heredé esta pasión de mi padre que era artesano de la madera, me quedó ese don. Es algo muy lindo que te saca de todo lo que estamos viviendo hoy, no te permite pensar en lo malo sino en lo que uno está haciendo y mucho más si uno le pone amor a lo que hace", expresó.

Para eso se la rebusca y recorre a pie los barrios aledaños a calle 5 y Mendoza donde él vive, pidiendo maderas con las que pueda diseñar sus artesanías o muebles viejos que él mismo desarma y luego restaura hasta dejarlos como nuevos. En la puerta de su casa los vende, tiene desde simples adornos en madera, hasta juegos para chicos, sillas, repisas, aparadores, sillones y hasta un juego de dormitorio que está en proceso de restauración. "Me apasiona trabajar con muebles antiguos. Si bien por ahí tengo que pintar, lo hago sin problemas, con tal de tener un plato de comida en la mesa uno tiene que hacer lo que sea", comentó.

Emilio y Vilma viven con los ingresos de esa precaria mueblería. Es que si bien Vilma hace tareas domésticas en casas, no tiene trabajo fijo. "Ella busca trabajo pero tiene 55 años y le cuesta encontrar, pero gracias a Dios por ahí le salen unas changuitas para ir a limpiar casas", aclara Emilio.

Sin nunca bajar los brazos y a pesar de la difícil situación, Emilio no se rinde.

Cuenta que apenas vende algo, como ayer que vendió un sillón que había restaurado hace unas semanas, camina unas 15 cuadras buscando precios de maderas para realizar cosas nuevas, las carga al hombro y parte rumbo a su hogar para hacer su tarea artesanal. Es que el hombre no cuenta con las máquinas que le facilitarían mucho trabajo. No tiene amoladora, ni atornilladora, ni circular ni mucho menos una caladora.

"Sería una gran ventaja tenerlas pero con lo que gano, no alcanza", comentó el hombre que se inscribió para el IFE con ese fin, pero le fue denegado.

Por lo pronto sigue ofreciendo sus productos en su casa y recorriendo los barrios vecinos, pidiendo maderas para seguir ejerciendo su pasión, que si bien a veces no es rentable como él quisiera, le permite llevar el sustento diario a su hogar.

 

  • Para ayudar a Emilio

Emilio vive en calle San Roque entre Calle 5 y Félix Aguilar, en Rawson. Allí es donde ofrece los muebles que él fabrica y los que restaura. Dice que si bien se cansó de pedir subsidios para poder comprar las máquinas, nunca tuvo suerte. Para colaborar con él, su contacto es 2645068414.