El rendimiento de la producción de membrillo en Jáchal es extraordinario gracias al clima privilegiado del departamento, pero históricamente no consigue optimizarse el rendimiento de las cosechas con la comercialización, la ausencia de valor agregado, y los problemas sanitarios de los cultivos. Principalmente de los pequeños productores que terminan por malvender a intermediarios que luego lo revenden a la industria, o entierran excedentes para impedir la proliferación de la temible Carpocapsa, la principal plaga del monte frutal.
Los grandes productores de membrillo, algunos con más de 30 hectáreas, cuidan la sanidad de las plantas, pero los pequeños carecen de recursos y asistencia técnica para fortalecer los cultivos y evitar los ataques de insectos dañinos que inutilizan los frutos. En esta coyuntura se vienen sucediendo numerosos aportes gubernamentales y del Fondo Minero para Desarrollo de Comunidades, al que se suma ahora la empresa operadora de la Mina Gualcamayo ubicada en el departamento norteño.
Este programa piloto cubrirá 10 hectáreas en una primera etapa, es decir pequeños montes, con acompañamiento técnico e insumos como fertilizantes, herbicidas, feromonas e insecticida para el manejo integrado de la plantación a fin de mejorar la calidad y aumentar los rindes. Será una contribución significativa que potenciará globalmente a las 680 hectáreas del cultivo jachallero y ojalá se sumen otros sectores para rescatar definitivamente ese gran polo membrillero.
Pero el problema principal es el procesamiento de las cosechas, ya sea para destinarlas a pulpa, que tiene una durabilidad de dos años sin perder las características naturales, o la fabricación de dulce con certificación de origen, como se distingue a la elaboración del "dulce rubio sanjuanino" de membrillo. La Escuela Videla Cuello, de Pampa del Chañar, hace años que hace estas producciones artesanales con óptimos resultados: más de 3.000 kilos de pulpa de membrillo sulfitada o enfriada en cada cosecha.
El valor agregado de este, o cualquier otro cultivo tradicional, terminará con los precios viles de los revendedores oportunistas que aparecen en cada temporada. La alternativa del productor chico es vender o enterrar los frutos, como los 10 millones de kilos que tuvieron ese destino hace años atrás, para frenar las plagas, y sin posibilidades de fumigación. La asistencia es bienvenida, pero Jáchal necesita un plan integral para la explotación económica del membrillo.
