En la familia es importantísimo practicar el arte de negociar. Creo que eso ha quedado muy en claro para muchos en este año que transcurrió en el que debimos quedarnos en casa y convivir con nuestros seres queridos durante meses. Pero lo cierto es que nadie puede negociar con los demás, si primero no ha aprendido a negociar consigo mismo. 

¿Qué implica negociar conmigo mismo? 

Detenernos con regularidad, en medio de la vorágine de actividades que nos suele atrapar a todos, a considerar:

-Qué es lo que yo quiero (que no siempre coincide con lo que los demás quieren que yo haga).
-Si me siento merecedor de todo lo bueno que la vida siempre nos ofrece a todos.
-Si tengo confianza en mí mismo para accionar hacia las metas que pretendo alcanzar.
Tal vez no le has prestado atención al hecho de negociar con vos mismo, con vos misma. Pero recordá que es imposible negociar con otros si primero no sos capaz de hacerlo en primera persona. Por ejemplo, si alguien no cree que merece un trabajo mejor, ¿cómo irá a solicitar un empleo que implique una gran responsabilidad, pero también grandes beneficios? O, si alguien no se respeta a sí mismo, ¿cómo le pedirá a su pareja o su familia que lo respete?

¿Sos consciente de lo que querés y de hasta dónde deseás llegar? Tal vez ese sea tu desafío para este nuevo año que comienza: descubrirlo. Date permiso para negociar con vos mismo, con vos misma. No es egoísmo sino, muy por el contrario, autoestima sana. Solo a partir de allí, tendrás la fortaleza para salir a negociar sabiamente con otros en este mundo que cambia y avanza a pasos agigantados.

Muchos tienen la creencia de que son los mejores o los más inteligentes los que llegan a la cima. ¡No es así! Los que alcanzan la cima, que admiramos porque ocupan cargos de poder o jerarquía, son aquellos que saben negociar mejor que los demás. Pero la buena noticia, te encuentres donde te encuentres, es que todos podemos aprender a soltar el potencial innato ilimitado con el que fuimos diseñados.

Y aquí es oportuno mencionar que negociar no es sinónimo de hacer trampa, como muchos creen, sino de emplear nuestras capacidades con eficacia. Porque esta actitud nos permite crear una atmósfera de negociación positiva donde predominen la paz, el dominio propio y el respeto por uno mismo y por el otro. Cuanto más difícil sea una negociación, más fuertes y sabios nos volveremos.

Te animo en este tiempo a quitar el foco de las muchas presiones que nos rodean y a determinarte a ser un "negociador de excelencia" que gana y llega a su objetivo.