Investigadores argentinos descubrieron un mecanismo por el cual el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) que está ‘escondido’ en células de reservorio (lo que hace que no se pueda eliminar del organismo) comienza a replicarse y se hace ‘visible’, lo que podría contribuir a pensar diferentes estrategias que permitan avanzar hacia la cura.

El trabajo fue publicado ayer en la revista mBio de la Sociedad Americana de Microbiología. En el estudio participó el grupo de Matías Ostrowski del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida, que depende del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). También fue parte de la investigación Gabriel Rabinovich, del Laboratorio de Glicomedicina del Instituto de Biología y Medicina Experimental.

‘Lo que encontramos es que en personas con VIH, además de inflamación, se produce una alta secreción de una proteína llamada Galectina 1 (Gal-1). Esta proteína impacta en las células que son parte del reservorio del virus (donde está escondido) y hace que este se vuelva ‘visible’, explicó Julia Rubione, primera autora del artículo.

Rubione señaló que los altos niveles de Gal-1 se mantienen de forma independiente a la carga viral del paciente y al recuento de linfocitos T CD4; es decir no importa la actividad replicativa del virus ni que la persona responda correctamente al tratamiento, igual la proteína es alta.

En 1996 surgieron los tratamientos antirretrovirales y el VIH pasó de ser una enfermedad mortal a crónica, porque si bien gracias a una combinación de drogas se logra disminuir la carga viral, el virus no logra erradicarse por completo del organismo porque se ‘esconde’ en células que se denominan reservorios.

Ostrowski venía estudiando las vesículas extracelulares en el contexto del VIH. ‘Las vesículas (muy chiquitas) tienen un tamaño similar al virus. Actúan mediando comunicación entre células’, señaló.

Y explicó: ‘Nosotros habíamos reportado que en las personas con VIH las vesículas tienen una función pro inflamatoria. Esas vesículas están en la sangre y si interactúan con macrófagos -células del sistema inmune- hacen que estos contribuyan a la inflamación’.

Ostrowski dijo que esta inflamación es un problema ‘porque predispone a enfermedad cardiovascular, metabólica y ósea’.

‘Lo que descubrimos es que cuando (las vesículas) interactúan con los macrófagos, induce que estos secreten además gran cantidad de Galectina 1’, detalló.

A su vez, los investigadores encontraron que ‘esa Galectina 1 interactúa con las células que constituyen el reservorio viral y de alguna forma activa ese reservorio para que empiece a producir nuevas copias del virus y lo vuelve visible’.

Ostrowski indicó que ‘la hipótesis es que si se pudiera intervenir (sobre vesículas, macrófagos o Gal-1) se podría impactar sobre la dinámica del reservorio’.

Rabinovich recordó que en el mundo hay dos líneas de investigación: una es la que plantea eliminar el virus dentro del reservorio, y la otra es la que propone hacer que el virus salga del reservorio y allí se lo ataca, con el propio sistema inmune o con drogas. ‘El trabajo puede tener dos connotaciones terapéuticas: por un lado, puede ser que al aparecer más Gal-1 el virus infecte nuevas células; sería bueno bloquear Gal-1 como hacemos en cáncer utilizando anticuerpos monoclonales y ver si de esa manera el reservorio desaparece’, observó. Y continuó: ‘Otra estrategia sería usar más Gal-1 para hacer que el virus salga del reservorio y ahí se lo ‘ataque’.  Télam

 

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