Los empleados de las empresas del Grupo González podrán concretar el sueño de terminar el secundario. La Fundación Señor González transformó en aula las instalaciones de una de las empresas para que los trabajadores puedan estudiar, de manera gratuita y con algunas concesiones para que el cursado no interfiera en su trabajo. La escuela tiene 12 alumnos.

En medio de la jornada laboral, este grupo de empleados hace un parate y no para descansar o tomar un refrigerio. Es para adentrarse en un ámbito al que pensaron que jamás volverían a ingresar, el escolar. ‘Vengo de una familia de 12 hermanos, soy el mayor y se me complicó poder estudiar en ese momento, no tuve la oportunidad. Tuve que salir a trabajar desde los 12 años para ayudar a la familia. Hoy sí tengo esta posibilidad y no la voy a dejar pasar’, dijo Jorge Luis Díaz, de 39 años y papá de una nena de 12 años y un varón de 2, que desde hace 11 trabaja en el taller mecánico de Señor González.

Durante cuatro horas, dos veces a la semana, empleados de las diferentes empresas de este grupo cambian sus rutinas de trabajo por el estudio. Y asisten a la ‘Escuelita de la Fundación’, tal como la bautizaron, que abrió sus puertas gracias a un convenio que firmó la Fundación Señor González, presidida por José Luis González, el Ministerio de Educación de San Juan y docentes del Plan Fines (Plan de Finalización de Estudios). Esta escuela funciona en las instalaciones de SG Desarrollos Especiales, donde se acondicionó un espacio como aula para el dictado de las clases que va desde las 13 hasta las 16, y sin interferir en las obligaciones laborales de los alumnos.

‘Por falta de tiempo o por la crianza de los chicos siempre postergué retomar los estudios y ahora tengo la posibilidad de terminar. Por eso, cuando me lo propusieron ni lo dudé. Es un gran sacrificio, pero también es un honor y estoy muy agradecida de que nos permitan salir del trabajo para ir a clase, que otros compañeros nos cubren los turnos, y volver a trabajar después de la escuela’, dijo Alejandra Araya, empleada del Supermercado Salvador González y mamá de 3 hijos.

A través del convenio con Educación, la Fundación no sólo aporta el espacio para el dictado de clases, sino que también se hace cargo del pago de los honorarios correspondientes a todo el plantel docente, referentes y tutores involucrados en esta propuesta educativa que en 3 años tendrá su primera cohorte de egresados. ‘Yo terminé la primaria con mucho esfuerzo y desde chico tuve que salir a trabajar y no pude terminar mis estudios secundarios. Tengo miedo de que sea complicado para mí, pero voy a poner todas las pilas para terminar, es una meta que nos hemos puesto con mis compañeros’, dijo entusiasmado Alfredo Torres, de 48 años, repositor y encargado de la verdulería del mismo supermercado.

 

>>> ALGUNOS ESTUDIANTES

 

Luis Álvarez
Empleado del supermercado ‘Nunca empecé el secundario porque tuve que comenzar a trabajar desde muy chico. Y era una materia pendiente porque sin estudio hay menos posibilidades de prosperar y tener un mejor futuro. Espero poder terminar el cursado y graduarme finalmente’.

Andrés Ávila
Empleado del supermercado ‘Cuando era adolescente preferí la diversión antes que el estudio, por eso abandoné el secundario al tiempo de haber empezado. Pero siempre tuve idea de hacerlo y, ahora que me dieron la oportunidad de estudiar sin riesgo de quedarme sin trabajo, lo voy a hacer’.

Francisco Orozco
Empleado del supermercado ‘Por trabajo tuve que dejar de estudiar, pero ahora que tengo un hijo de un año voy a ponerme las pilas. Quiero saber para poder ayudarlo con los deberes cuando vaya a la escuela y que se sienta orgulloso de mí. Me va a costar porque hace como 20 años que no estudio’.

Abel Carrizo
Empleado del concesionario ‘Mi familia no sabe que empecé a estudiar, se va a enterar por DIARIO DE CUYO, espero que les caiga bien la noticia. Y lo mejor de todo es que si termino en tres años como indica el programa, me voy a graduar junto a mi hija, que va a la Escuela de Enología’.