"¿Cuándo vas a escribir sobre las chicas de la Esquina Colorada?” La pregunta, directa y enfática, vino de una señora que se encontraba en otra caja de un supermercado sanjuanino. "¿No me conocés?”, me dijo enseguida y fijé la mirada en ella. A pesar de los años, de los anteojos y el barbijo, un apellido se me vino a la cabeza: "¡Castro!” le dije y acerté. Más de 50 años han pasado desde que me cambié de domicilio, y otros 10 ó 15 más, desde que había perdido contacto con ella. "Es la Keka Castro” me dijo mi hermana, Ruca, a quien recurrí para mayores datos, sobre el concierto de niñas con quienes compartimos nuestra infancia.

Con ella, recordamos las vecinitas con quienes jugaba. "La Keka, la Margot Quiroga, la Gringa Chaúl, la Nené Gómez, las hermanas Aranda”. Con ellas correteaba en las veredas de la calle San Miguel, jugando a la rayuela, la pelota prisionera, el pisa pizuela, la payana, y otros juegos que yo creo han desaparecido del radar de las niñas de ahora. Hago un esfuerzo por recordar la rayuela. Después lo haré con los otros. 

Mientras las chicas se entretenían con este juego, nosotros le dábamos a la pelota, a las figuritas, al trompo, en fin. Otro grupo de muchachas jugaban al básquet en los equipos femeninos de Del Bono. Ya hablaremos de ellas. No puedo dejar esta breve reseña sin destacar otras vecinas de la calle San Miguel, de la Cereceto, de la Centenario, de la Villa Rodríguez Pinto, de la Villa Flora. En fin, la nómina es larga, tanto que no cabe en este espacio, ni en mi memoria tal vez. Pero prometo seguir ampliando este panorama, desgranando una a una el ramillete de rosas que adornaron nuestra añorada infancia. Como canta Gardel "aromas del recuerdo, perfumes de ayer, que evocaré sonriente, plateando mi sien”.

Por Orlando Navarro
Periodista
Rodolfo Cruvellier
Ilustración