Independiente se hizo fuerte en la adversidad, y con todos los pronósticos en contra, hasta los meteorológicos, terminó empatando 2 a 2 a Bahía, en Brasil, por la tercera fecha del Grupo B de la Copa Sudamericana que encabeza con siete unidades.
Después de la odisea vivida por una docena de integrantes de la delegación, entre ellos 8 futbolistas y el único entrenador que tenía disponible, Pedro Damián Monzón, que fueron devueltos a la Argentina por ser "detectables" de coronavirus pese a haber sido dados de alta y aprobados por Conmebol, los que quedaron sacaron fuerzas de flaquezas e impusieron por momentos condiciones futbolísticas sobre Bahía.
Muy lejos había quedado en el juego, aunque no así en el tiempo, ese grito de "horribles" que laceró el amor propio de los futbolistas "rojos" después del 0-1 del pasado fin de semana ante Atlético Tucumán en Avellaneda, y que condicionó su clasificación a los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional.
Es que mientras esos 12 compañeros estaban regresando a Buenos Aires después de pernoctar en el piso del aeropuerto de Salvador de Bahía, los que se quedaron en Brasil salieron a poner toda su vergüenza deportiva sobre el anegado terreno de juego bahiano, bajo una lluvia intensa que provocaba charcos sobre el 40 por ciento del campo.
Sin plantear un juego de ida y vuelta sino tratando de manejar la pelota para después tratar de golpear con sorpresa, lo proyectado en campo por el entrenador de arqueros César Velázquez (con el ayudante Omar Píccoli también afectado de coronavirus y Julio Falcioni asistiendo a su esposa que atraviesa la misma enfermedad, Independiente tuvo cuatro entrenadores diferentes en los últimos 4 partidos) dio buenos resultados hasta el cuarto de hora del segundo tiempo.
En ese lapso llegó Independiente por los costados y resquebrajó a la defensa bahiana con la habilidad del escurridizo Alan Velasco, pretendido por el hoy finalista de la Champions League, Manchester City.
Y por su joven astucia (tiene 18 años) Independiente llegó al primer gol en las postrimerías de esa primera etapa a través del primer tiro penal que le otorgó, justificadamente, el árbitro chileno Roberto Tobar.
De la pena se encargó a los 43 minutos el goleador con cinco tantos que tiene Independiente en esta Copa Sudamericana, Jonathan Herrera.
Y así Independiente se fue al descanso con una meritoria ventaja, muy celebrada hacia adentro y hacia fuera por los jugadores, seguramente con un elíptico mensaje también para sus hinchas en Avellaneda.
Y el arranque del segundo período resultó inmejorable para el "rojo", ya que apenas superados los cinco minutos hubo otro claro penal en su favor del que ahora sí se ocupó Velasco para poner el 2 a 0.
Y por 10 minutos más el equipo de Avellaneda siguió pisando fuerte sobre el piso blando del estadio Itaipava Arena Fonte Nova, cuando los dueños de casa lograron el descuento con un gol de Thaciano que aprovechó un rebote cedido por el arquero Sebastián Sosa, de buen primer tiempo, cuando el marcador estaba en cero.
Independiente, con la cabeza y las piernas de sus jugadores muy castigadas en las últimas 48 horas, se empezó a meter instintivamente atrás, y aunque por momentos fue saliendo del asedio, sus energías se fueron minando de tal manera que sobre el final le permitieron a los brasileños doblegarlo y llegar a la igualdad mediante el tercer tiro de esquina consecutivo que cabeceó al gol Luis Otavio.
Y acto seguido el castillo de naipes parecía derrumbarse definitivamente para Independiente mientras simultáneamente sus ocho compañeros deportados aterrizaban en Ezeiza, cuando Sosa cometió un foul penal que Gilberto iba a disfrutar para poner a Bahía arriba en el marcador.
Pero el arquero uruguayo volvió a vestirse de héroe y como ese león que tiene tatuado en su cabeza, se lanzó sobre la pelota mansamente lanzada por el brasileño y la contuvo contra su palo izquierdo.
Quedaban por delante menos de 10 minutos, con descuento y todo, y con las pocas fuerzas que le quedaban Independiente fue a buscarlo, pero entre resbalones y piernas rivales no pudo desnivelar nuevamente, aunque el empate a esa altura y por las condiciones pasadas y presentes, el punto fue "puntazo", para seguir arriba en la Copa.
"Horrível" se escuchó bajar desde las plateas del estadio bahiano, así, en portugués, pero los jugadores de Independiente no se dieron vuelta. Sabían que ese insulto no era para ellos.