Lo sabían y lo saben todos los que estaban en el Camp Nou. Si no juega Lionel Messi las posibilidades de ganar se reducen y las chances de disfrutar se recortan. El crack rosarino, por necesidades de calendario, estuvo sentado en el banco de suplentes durante 55 minutos. ¿Acierto o error? Quizá el tiempo contará otra cosa, pero a simple vista mucho se pareció a una determinación insatisfactoria. No sólo por el resultado, ese 1-1 frente a Athletic de Bilbao, sobre todo por la inequívoca sensación de dependencia.
Incomodó el escenario. Se notó en la cara de Messi. También en sus palabras: "Tenemos plantilla y jugadores para no depender de nadie en especial". Añadió, también autocrítico del equipo: "Tenemos que hacernos más fuertes defensivamente. No puede ser que recibamos goles todos los partidos, ya que veníamos de un año donde era muy difícil hacernos gol y ahora pasamos a este año que a la mínima nos convierten". No sonreía allí, en el después del encuentro en su segunda casa, el Camp Nou.
Cerca de Leo, su amigo Luis Suárez, ofreció una mirada similar: "Tenemos al mejor jugador del mundo pero no podemos depender de que entre Leo a solucionar las cosas. En el Barcelona hay jugadores que han llegado por méritos propios, por demostrar mucho en otros clubes y no puedes depender de uno solo".
Queda una impresión. A modo de pregunta: ¿fue un mensaje para Ernesto Valverde y sus decisiones? En la conferencia de prensa le preguntaron si era su peor momento al frente del gigante culé. Respondió, con calma: "No lo sé, pero que cada vez que pasan estas cosas, hay mucho lío. Parece que aquí solo vale arrollar en todos los partidos, eso no lo consigue nadie. Es una semana dura".
El Barcelona no podía con Los Leones de San Mamés, en el Camp Nou. Le costaba. Sufría, perdía por ese gol de Oscar De Marcos, uno de los emblemas del Athletic de Bilbao en los tiempos de Marcelo Bielsa. Ahora también soldado de Eduardo Berizzo, en su nueva aventura por el fútbol español, tras los días felices en Celta.
Entonces, a los 10 minutos del segundo tiempo, tras un primer tiempo traumático, ofreció la mejor de sus cartas. El as. El que no falta casi nunca. Salvo urgencias de Champions League (como ahora: jugará el miércoles por la segunda fecha del Grupo B frente al Tottenham Hotspur, de Mauricio Pochettino, en Wembley). Reemplazó a Arturo Vidal.
Quedaba una impresión: otro partido estaba en marcha…
Y algo de eso sucedió: Messi le dio otro impulso al equipo. Y en ese tramo armó una jugada que merecía ser gol. Combinación de pases rápidos con Jordi Alba, remate fortísimo de zurda. Palo.
Había más. El mago de Rosario surgió otra vez por la izquierda. Amagó, buscó, creyó. Y en un espacio breve repleto de rivales ofreció una asistencia. Y entonces, apareció Munir El Haddadi para el 1-1.