La salida de Jorge Palmés de Barrick no fue bien tomada por los mineros. No cayó bien en el sector, tampoco en el Gobierno y mucho menos en los ingenieros, quienes habían reclamado que un sanjuanino se hiciera cargo de la operación minera más importante que tiene la provincia. Versiones sobre la salida del ingeniero, hay varias: que Palmés no trabajaba, que intentó competir con quien lidera la compañía hoy en el país, que el ingreso del grupo chino precipitó una decisión que los canadienses ya habían tomado, que estaba a cargo de la operación cuando ocurrió el último incidente, lo cierto es que en el Gobierno van a insistir, a pesar de todas las versiones que corren, en que para ellos lo mejor es que Veladero sea manejada por un sanjuanino.
Parece que la costumbre de Barrick es sacar a los gerentes tras un incidente minero. El primero fue Guillermo Caló, quien a sólo un par de meses del derrame de septiembre de 2015, fue reemplazado por otro argentino, Juan Bautista Ordóñez. Tras el segundo incidente, en septiembre de 2016, salió disparado Ordóñez y llegó el sanjuanino Jorge Palmés, quien ahora fue reemplazado por el canadiense James Whittaker, tras el último incidente, que fue el más leve de los tres comunicados.
Varias veces se ha dicho que siempre es mejor que haya un sanjuanino conduciendo la mina más importante que tiene la provincia. Lo creen en el Gobierno, y el resto de los actores de la actividad, pero no en Barrick, evidentemente. ¿Por qué es mejor? Al menos uno supone que la vergüenza de no hacer las cosas que hay que hacer o el escrache público, podrían ser dos fuertes incentivos para que alguien de adentro de la compañía, juegue un poco más en favor de la provincia. El incidente que ocurrió mientras Palmés conducía la mina, como ya he dicho varias veces, fue menor al resto y casi inexistente. Y, podría decirse también que el problema iba a estallar igual, esté o no esté Palmés en la compañía canadiense. La cuenta es muy sencilla: construyeron un valle de lixiviación para cierta cantidad de años, esa cantidad de tiempo se extendió, no modificaron el valle y el resultado está a la vista. Eso iba a pasar.
¿Qué dicen en la empresa? Absolutamente nada más que lo comunicado el jueves en la noche. ¿Qué dicen en los pasillos? que Palmés intentó ganarle una interna a Fernando Giannoni, el flamante director Ejecutivo para Argentina de Barrick. Y que el sanjuanino perdió la pulseada. Nada más, y nada menos. Algún inconveniente existió, porque el sanjuanino se enteró un rato antes de que la empresa comunicara la decisión a los medios.
Para colmo todo ocurre cuando la empresa está en medio del "impulso chino". Sus socios de Shandong Gold ven al Valle del Cura como la nueva meca del oro en el mundo. Ven que, como en pocas zonas del mundo, la cercanía de los yacimientos en esa zona puede achicar y favorecer las inversiones. "Con una mina, probablemente hagan tres", dijo alguien con años de campamentos exploratorios en las espaldas. Se refería a Lama, Veladero y Del Carmen. No es noticia el hecho de que toda esa zona es una meca de minerales, de las pocas que hay en la región y que compite con las más importantes del mundo. Los chinos vienen por todo.
En el Gobierno están contentos, porque ven que el impulso chino podría favorecer y acelerar las inversiones, pero no quieren más incidentes, ni chicos ni grandes. Quieren paz. Ya demostraron que están dispuestos a la guerra: la primera multa fue de más de 140 millones de pesos, y dicen que la segunda superará los $200 millones, aproximadamente. El Ministerio de Minería ha juntado los tres incidentes y acusa a Barrick de "reincidencia", lo que ha elevado considerablemente los números.
El Gobierno les está dando, al margen de la legalidad, un fuerte castigo que sirva de antecedente por si se les ocurre volver a meter la pata.
Volviendo al cambio de nombres, nadie está de acuerdo con la decisión, y San Juan se los hará sentir. Veremos cómo reaccionan.