Un amigo de la infancia, Andrés Gómez, me acercó este ensayo que le es propio, con una breve historia de la esquina colorada, que transcribo.

Un día de septiembre del 2014, el que suscribe, perteneciente a la generación de bisnietos del barrio, comenzó un movimiento para revivir lo que fue, es y será para siempre, la historia de nuestra Esquina. Motivo de novelas, anécdotas, historias, poemas, canciones y demás murmullos de vivencias, escritas en la memoria de aquellos viejos, que siguen inmortalizando hechos que se resisten a caer en el olvido. Pero un incorregible, tenaz y agradecido vecino de "la Colorada" sembró a través de un escrito en DIARIO DE CUYO, una provocación a los nietos y bisnietos de aquellos intrépidos aventureros. Que desde tierras lejanas, eligieron la nuestra como emblema de horizontes llenos de esperanza, y que por accidente llegaron a lo que es hoy la Esquina Colorada, llenándola de prosperidad. Rusos, españoles, italianos, árabes, palestinos, polacos, turcos, progresaron con ayuda de los locales, y orientados por los franciscanos, con sus productos y almacenes de ramos generales. Allí pernoctaban los viajantes que bajaban a caballo y mula desde el vecino país de Chile, pasando por las aguadas de lo que hoy se conoce como La Bebida.

El mismo camino que tomó Domingo Faustino Sarmiento para huir del acoso de los que no entendieron que "las ideas no se matan", ayudado por valientes hombres del momento. Allá por 1840, por definido destino de la historia, llegaron las huestes de Juan Manuel de Rosas, con sus colores rojo punzó y se asentaron en este cruce imborrable de calles, provocando curiosidad por sus colores. Motivó el dicho "andá a la esquina de los colorados", que pasó a ser "andá a la esquina colorada", sellando a fuego el porqué de ese apodo que perdurará por siempre. Que luego, entrado el siglo XX, fue caracterizada por la llegada de los lindos e inolvidables momentos de la "Pista La Estrella", con las visitas de tangueros llegados desde los Buenos Aires. Entre otros, por el bar del "turco" Beirán, lugar preferido de los laburantes de las bodegas Cinzano y El Globo. Los veranos llegaban y en la esquina estallaban los carnavales, tan famosos por la chaya, donde los vecinos, unidos por un caudaloso canal, proporcionaban alegrías irrepetibles, en la retina de quienes vivimos ese tiempo. Luego los domingos por la mañana, la juntada obligada al lado del kiosco, mientras lustraban zapatos algunos que aún hoy sobreviven. Hablando del partido de Del Bono, siendo que hasta hoy inmortalizamos a varios de sus crack. Todos ellos, gracias a su empeño, tenacidad y lucha incansable subieron a la Esquina Colorada, al pedestal de lo inmortal. Hay un misticismo creado acerca del por qué de su nombre, dando pie a versiones, algunas sin sentido anecdótico, y otras con mucho valor poetizado. Tanto, que motivó a mucha gente a cantarle y honrarla con versiones de fábula. Pero siempre cercanas a una definición del porqué de tanto orgullo, la de ser reconocida como patrimonio cultural de la provincia de San Juan.

 

Por Orlando Navarro
Periodista
Texto: Andrés Gómez ("Pirincho")
Ilustración: Rodolfo Crubellier