Los Quechuas desarrollaron el agro de Cafayate y en su voz tenía al menos tres acepciones etimológicas cajón de agua, gran lago o lago del cacique en tiempos pre colombinos.

Hoy, se ha transformado en la "Capital de Enoturismo argentino" y convertido en un modelo de construcción de capital social privado para alcanzar el desarrollo sostenible de la vitivinicultura nacional.

Pequeñas, medianas y grandes bodegas conviven en este oasis salteño mediante la producción de uvas y la elaboración de vinos de altura, incluso con sellos de origen valorados por paladares de todo el país y el exterior. Por su puesto, el estado acompaña y muy bien, pero sin ser el protagonista de la historia, como corresponde.

Es que Salta enamora, pero Cafayate captura todos los sentidos en experiencias cuasi lúdicas para el turista interesado por el fascinante mundo del vino y esa es, por ejemplo, lo vivido en la visita a su pequeña Bodega de las Nubes, reservada al menos con 24 horas de antelación en temporada fuerte.

Es así, recorrer los atractivos salteños requiere siempre de un tiempo prudencial de planificación ya que la demanda turística es muy grande, la promoción de su industria del ocio es tan buena y efectiva que las rutas, hoteles, atractivos naturales, peñas, teleféricos y trenes de altura están estallados de reservas y visitantes. La improvisación puede salir cara.

COPAS ALTAS

Volviendo al piedemonte cafayateño, pensar en una visita guiada tiene un costo mínimo de entre $2.000 a 4.500 con degustación de 4 vinos como en la Bodega de Las Nubes: un Malbec, un rosado, un Torrontés salteño seco y otro dulce natural acompañado de la clase magistral de su enólogo enólogo Jose Luis Mounier.

Allí se aprende que Salta posee el 2% de la superficie cultivada con vid en el contexto nacional con 296 viñedos cubriendo 3.641 hectáreas según el Instituto Nacional de Vitivinicultura y sus datos del 2022. San Juan ostenta del 20% de la superficie después de Mendoza en un país donde la vid cubre 207.047, y en retroceso. El 75% de la viticultura salteña se da en Cafayate y lo siguen departamentos como San Carlos, Molinos, Cachi, La Viña y Chicoana.

A más de 1.680 metros altura sus varietales de uvas Torrontés, casi como eco tipo salteño, Chardonay y el Sauvignon Blanc en blancas adquieren expresiones únicas a los sentidos, así como su excelente Malbec, el Tannat y Cabernet Sauvignon en tintas. 

El modelo cafayateño con unas 25 bodegas de renombre, más allá de las artesanales, posibilita generar ingresos por hospedaje en el mismo establecimiento desde los $ 40 mil la noche base doble y almorzar o cenar en las mismas desde los $2.500 el cubierto con una copa de vino.

¿Y cómo no ir a una peña en la cuna del folklore o a su imperdible Museo del Vino? Todo genera trabajo e ingresos para la gente del lugar que no necesita del Estado para vivir. Las fuentes de empleos son la viticultura, enología, hotelería y turismo, gastronomía, cultura y espectáculos folklóricos, así como las artesanías en lanas de camélidos, barro y cardones entre otros materiales.

Los turistas degustan de 4 a 12 vinos según las bodegas y la opción del recorrido contratado en cada bodega.

PATRÓN

Cafayate es sin lugar a dudas un modelo a seguir a la hora de diseñar el desarrollo territorial sostenible en el tiempo de una industria que, salvo las provincias con buena gestión de turismo anclado en productos y experiencias como el vino, decrece en el país.

Solo cabe pensar que desde el año 2010 a la fecha en el país en general la superficie de vid se redujo casi un 5% hasta el 2022 según el INV, acelerando su caída entre el 2021 y 2023. De 217.750 se redujeron a 207.047 los viñedos argentinos.

En San Juan la reducción es más preocupante. La caída por falta de políticas públicas acordes en lo económico, financiero, fitosanitario y turístico; los parrales desde el 2010 se contrajeron un 12,6% y entre el 2021 y 2022 se incrementó la velocidad de abandono viñatero en casi un 6%; esto sin considerar las imágenes satelitales del INTA, que muestran un diagnóstico aún peor. Mendoza en paralelo cayó un 4% dejando también de ser ejemplo.

Salta en cambio en los mismos tiempos difíciles que los vividos por sanjuaninos y mendocinos supo recoger los guantes, darse la mano y crecer en superficie casi un 43% en igual período según el INV, en un informe que destaca crecimiento en provincias vitivinícolas no tradicionales de la mano del enoturismo como Jujuy con un 476% de crecimiento en superficie de uva y Chubut con un 374%.

ORIGEN

Solo la sujeción de la calidad de sus vinos a la altura sobre el nivel del mar, sus condiciones agroclimatológicas únicas y el saber hacer de su gente le generó ingresos de divisas por U$S 3,7 millones de ventas al exterior de unos 668 mil hectolitros de vinos fraccionados con Denominación de Origen e Indicaciones Geográficas. Salta sumó poco más de un U$S 1 millón más con 250 mil hectolitros. Para dimensionar la diferencia, Valle de Pedernal con 116 mil hectolitros exportados generó unos U$S 384 mil.

Finalmente, en el mercado interno los sellos de origen otorgados por el INV según la Ley Nacional 25.163 Salta y Cafayate movilizan el 7 % de las ventas con 1,2 millones de litros de vinos fraccionados. San Juan representa el 0,9% de este segmento premium del mercado sumando 80 mil litros entre Pedernal, Calingasta, San Martín, Zonda y Barreal.

Así se cumplió el sueño del enólogo sanjuanino Ignacio Alonso, que en la década del 50 del siglo pasado llegó a Cafayate a la entonces Bodega Las Rosas, hoy El Esteco, de la familia Michel Torino para dejar bien alta la vara de medición de sus vinos y sembrar la diferenciación de vinos por su calidad.

La localidad es reconocida por producir vinos de alta calidad y por tener un clima ideal para el cultivo de la vid distante de la capital salteña unos 186 kilómetros.

Estos vinos destacan su singularidad y carácter, personalidad obtenida de las condiciones únicas de suelo y clima de la región. Seco y soleado, de gran amplitud térmica, los más de 1.600 metros sobre el nivel del mar de altitud de los viñedos, proporcionan el marco propicio para el cultivo de variedades como el Torrontés, justo el emblema de la región y que los especialistas lo definen como eco tipo "salteño" o Torrontés de Cafayate con aroma floral y frescura exclusiva.

Sin lugar a dudas se destacan variedades tintas como el Malbec, con sus notas aromáticas a frutas secas, cerezas frescas y taninos moderados con suntuosidad al paladar de un novato enófilo. También debe hablarse bien en tintos del Tannat y el Cabernet Sauvignon. Y cabe destacar que, en blancos, además del Torrontés, se cultivan variedades como el Chardonay y el Sauvignon Blanc.

Las visitas a las bodegas de Cafayate es una experiencia imperdible para los amantes del vino. Allí, las bodegas cuentan con hermosos paisajes y ofrecen actividades turísticas adicionales, como vendimias, elaboración, paseos en bicicleta o cabalgatas.

Así, sus vinos son reconocidos por su calidad y singularidad, especialmente el tesoro regional, su Torrontés, que definitivamente debe estar entre las delicias del alma de cualquier amante del vino argentino.