Hoy el Mundial se cobró a su primer candidato y fue ni más ni menos que el último campeón mundial, Alemania. Por un camino recorrido casi a la perfección en las últimas décadas, tras un cambio de paradigma con la Alemania múltiple ganadora de los años "70 y "80 con delanteros potentes y defensores aguerridos, la nueva identidad teutona se transformó con la llegada de jugadores con mucha más técnica y talento, por encima del rigor físico del pasado.
De la mano de esa propuesta se transformaron en uno de los mejores seleccionados del planeta, recientemente campeones mundiales en Brasil y dueño de un fútbol de altísima jerarquía año tras año. Dieron un inmenso salto de calidad.
Sin embargo, Alemania ha sido la demostración que el Mundial no es para el mejor equipo, sino para aquel equipo que está mejor a lo largo de siete encuentros, a lo largo de un periodo apenas superior al mes.
No es el tiempo de romper los libros, más bien todo lo contrario. Es el momento de seguir por el camino correcto, aunque muchas veces trae consigo sinsabores como le tocó en esta ocasión transitar a los alemanes.
Fue el equipo que más remates hizo al arco contrario de los cuatro que disputaron el Grupo F, pero sin embargo no contó con la explosión goleadora para llevar a la red las chances generadas. De esta manera, se despidió último con una victoria agónica ante Suecia, y las caídas ante México y Corea del Sur.