"Somos voz en las gargantas por siglos acalladas. Así empezó esta corazonada de despertar los cantos y revitalizar las lenguas…". Así, a modo de presentación, se definen las "Coplerxs de los Andes", una formación que integran Anita Elizondo, Luz Aguirre y Patricia del Valle Miranda cuya meta es dedicarse a la recuperación de una costumbre milenaria que buscan transmitir a las nuevas generaciones. En la actualidad, este es el único grupo que existe como tal en San Juan, según afirmaron las cantantes. Su primera actuación formal frente al público será en el festival de la Asociación Civil Músicas San Juan, el próximo 17 de febrero en el Centro Cultural Conte Grand.
En diálogo con DIARIO DE CUYO, Anita y Luz, dos de las vocalistas del conjunto, reflexionaron sobre la iniciativa que surgió en los talleres de canto con caja y construcción de ese instrumento, en septiembre de 2022; y la manera en que surgen los versos. Si bien en español, las coplas se escriben en 4 versos octosílabos, no siempre se cumple esa estructura, de acuerdo a lo que mencionaron.
"La finalidad fue invitar a las mujeres de la provincia a conocer su cultura y a ponerle voz a sus emociones. Así se conocieron con copleras hasta de Valle Fértil y luego se conformó el círculo en 25 de Mayo, Caucete y en el Centro Cultural Koaxa Utu de Rivadavia; todo esto con la conducción de Paz Argentina Quiroga, abuela mayor, AMTA y guía espiritual de la comunidad del Cuyum, ya de 80 años de edad. De esta forma, comenzó a potenciarse la agrupación a la que también pretendemos sumar a Valeria Cornejo de Valle Fértil y Liz Newton de San Luis, que hicieron los cursos", manifestó Luz.
"Las coplas vienen de generación en generación, como el tejido en telar que heredé de mi abuela y mi mamá; y la medicina natural", manifestó sobre la difusión de este arte la cantante oriunda de 25 de Mayo que trabaja en Caucete. Después de transitar distintos conjuntos y géneros -fue corista de cuarteto en Banda María con Richard Ruarte como líder, hizo rock nacional en versión solista y como parte de Cartas Marcadas, y recorrió el folclore-; en 2016, con ansias de conocer "cómo era hacer música originalmente", ella conoció a Paz Quiroga, quien le regaló su caja coplera, de 30 cm de diámetro y "parches más finos", como describió.
"¿Cómo nacen? No hace falta llegar con una partitura estudiada, acá importa más el sentimiento. En nuestros ensayos, no solamente cantamos, sino que nos reeducamos con Paz y la voz de cada hermana. Todas nos predisponemos a escucharnos. La copla es eso, el observar, el contemplar, la templanza. Si alguna de nosotras llega alterada o viene con un sentimiento negativo, no va a salir con frescura. Se trata de un desaprender para aprender", expresaron a dúo.
"Las coplas fluyen, son espontáneas, no están escritas generalmente. Nos unimos en un mismo latido que es el pulso de la caja", añadieron las protagonistas.
"Así cantamos y rendimos nuestro amor y respeto al territorio como un solo cuerpo, de norte a sur y de este a oeste. El canto colectivo nos eleva, nos une. Estamos alegres de ser un círculo en expansión", apuntó Anita.
"Todo esto viene de boca en boca, de corazón a corazón. Hay que anular el ego. No se trata de sobresalir más que la otra, ni de ser virtuosa, ni la gran coplera. Lo principal es saber para qué cantamos y a quién le estamos cantamos, que es a la madre tierra, a las montañas, al padre sol, al padre río, al padre viento, a nuestras propias almas", subrayó la intérprete que viene de familia "musiquera" y se identifica huarpe "por haber nacido aquí", como dijo quien convertirse en coplera también es ser parte de tradiciones y maneras de ver el mundo. Proveniente de una familia católica -a la que no le fue fácil adaptarse-, responsable de talleres para las infancias e integrante del conjunto de música infantil Lanita y Fiko, Elizondo estudió y egresó como profesora de piano. Al encontrarse con este "universo cósmico", también en 2016, decidió vender su teclado "prácticamente regalado" con tal de adquirir su "caja legüera", similar a un bombo legüero, "con más graves", como señaló. Para que el arte coplero tenga un sonido más redondo en el festival, se invitó para el acompañamiento instrumental a David Gallardo, del Ensamble Vocal de la Fiesta Nacional del Sol. Para este guitarrista, el descubrimiento de la copla como medio de expresión fue respondiendo a un "llamado interior" y se concretó de la mano de Luz, con quien se encuentra trabajando en proyectos musicales paralelos.
"En la búsqueda desde lo orgánico y lo nativo, llegué acá; la música conecta, sin duda. Aunque en los escenarios no se vea frecuentemente esto, hay que rescatar y sostener estas costumbres que son nuestras. Para acompañar, uno como músico también debe fluir, escuchar y sentir. La caja y la voz lo dicen todo. Pero también quisimos que la guitarra se fusionara", opinó satisfecho por la confluencia.
Y respecto a su debut oficial en el marco de un festival, tanto Luz como Anita coincidieron en afirmar que "será muy importante".
"Para nosotros no será un show más. También es importante para quien lo reciba, lo tome, lo guarde y abrace, para que aprenda de su cultura, esa es nuestra meta principal", sostuvieron, en definitiva, dispuestas a enfrentarse al desafío de ser las únicas en la provincia, por ahora, que subirán a un escenario con versos de los pueblos originarios.