La fiscal de Cámara Penal, Marcela Torres, pidió luz verde para cuestionar ante la Corte de Justicia el fallo de un juez que, el 30 de agosto pasado, condenó a un municipal a 3 años y 8 meses de prisión efectiva (está libre porque la sentencia no está firme), por los abusos simples continuados perpetrados contra una de sus sobrinas durante cinco años (entre los 8 o 9 y poco antes de cumplir 14 años).

Así, el juez dejaba de lado la propuesta de juicio abreviado logrado entre Fiscalía, con el imputado de 59 años (no se lo menciona para preservar a la niña) y su defensor, Mario Morán, en la que el propio acusado reconoció que había violado a la niña y aceptaba 6 años de castigo. Según la niña, tardó en hablar de esos ataques porque su tío le decía que era "brujo" y le podían salir verrugas en sus genitales si llegaba a decir algo; también conseguía su silencio dándole dinero, comprándole cosas o amenazándola con violar a su hermanita.

El caso fue denunciado por la madre de la niña el 25 de septiembre de 2019. Y desde ese momento el meollo de la discusión es la ausencia de las lesiones típicas que dejan las violaciones (desgarros), asociado a un concepto clave: himen con forma anular.

Para el magistrado Miguel Dávila Saffe (Sala I, Cámara Penal) el hecho de que esos desgarros no estuvieran presentes en los genitales de la niña, son la muestra más contundente de que no fue violada.

Para la fiscal, sin embargo, esa falta de lesiones tiene una explicación en la presencia de un himen anular, ya que los médicos lo describen como sinónimo de complaciente, porque puede dilatarse y tolerar un acceso carnal sin dañarse.

La fiscal reclamará al máximo tribunal de Justicia provincial para que revise el fallo teniendo en cuenta este concepto y al menos otras tres pruebas que considera muy importantes: el relato de la niña ante psicólogos del Anivi. La evaluación de sus dichos por parte de esos profesionales, que los calificaron como desprovistos de mitomanía o mentira, y detallaron otros indicadores no verbales, como el tono quebrado de su voz, rigidez corporal, llantos, pesadillas y un temor persecutorio, entre otros.

La tercera prueba de relevancia es la propia ratificación del imputado ante el juez de haber cometido esos delitos, pues siempre supo que le atribuían haber accedido carnalmente a su sobrina. Al comenzar la investigación, había negado todo, dijo que siempre ayudó a la niña y a su familia y trató de culpar a la madre de la víctima, por descuidarla.

El acusado estuvo casi 2 años preso y consiguió salir porque pagó una fianza de medio millón de pesos. Que saliera en libertad y que pudiera volver a su casa a pesar de reconocer que cometió ataques sexuales contra su sobrina, indignó a la madre de esa chica que ahora tiene 18 años, quien sostiene que las agresiones existieron y su cuñado debe estar preso.

Ante la Corte de Justicia, la fiscal Marcela Torres buscará que sea ratificado el juicio abreviado firmado por el propio acusado, comprometiéndose a cumplir 6 años de condena, basándose en las pruebas que, a su entender, demuestran que hubo acceso carnal reiterado. En todo caso, pidió que se tenga en cuenta que hubo "coito vestibular", agresiones que también son equiparables a una violación, indicaron fuentes judiciales.

Mientras la Corte no resuelva, el imputado seguirá libre.