Ayer, como cada 2 de abril, los libros infantiles se convirtieron en protagonistas. Es que fue ni más ni menos que su día, tal como se instituyó en todo el mundo.
Y aunque parezca que cualquiera tiene algo para dedicarle a un niño, bucear el universo de los escritores locales para chicos no es tan sencillo. Quizás no sea tan complicado como buscar "una aguja en un pajar", pero no es lo que más abunda. Obviamente la mayoría de los autores -que se cuentan de a cientos en estas tierras, por suerte- se proyectan para un público adulto. Sin embargo, hay referentes de la literatura para las infancias. Muchos apenas si han incursionado. Otros son más prolíferos.
A diferencia de lo que comúnmente se piensa, más allá de hacer hincapié en los valores, la importancia de la familia y algunos temas recurrentes, muchos de estos autores dedican sus palabras para hacer planteos diferentes, para generar en los más pequeños al menos la inquietud, la curiosidad, motivarlos, sensibilizarlos y por qué no, promoviendo una toma de posición acerca del respeto por la montaña sanjuanina hasta los desaparecidos en la dictadura militar o los nuevos roles de las mujeres que ya no son solo vistas como hadas o princesas, por citar algunos ejemplos que se pueden leer en las páginas hechas aquí.
Eso sí, en lo que todos coinciden es que apelan a sus recuerdos de niños para retroalimentarse y generar historias. Y por supuesto, pensar al lector en crecimiento con mucho respeto, sin subestimarlo ni tampoco soslayando sus inquietudes. Los consideran, por supuesto, un público calificado y exigente.
En esta nota las miradas y los trabajos de al menos cinco escritores que no se achican con el lector infantil.
Una cuentista multifunción

Mafalda Hernández no sólo escribe sus propios cuentos para chicos, sino que además los adapta para convertirlos en obras de títeres -si bien hace 30 años que está metida en el mundo de los personajes de trapo y goma espuma tallada que representan historias, en el 2012 creó su elenco, con el que lleva adelante el proyecto "Cuántas historias le caben a un títere"- y además es narradora oral. Esto significa que va por el mundo -fundamentalmente por su Albardón y el resto de la provincia, aunque nobleza obliga decirlo ha llegado a la Feria del Libro en varias oportunidades, entre otros sitios de interés- leyendo a los niños. Es su modo más directo de conectar con los pequeños para transmitirles sensaciones, emociones y por qué no, enseñanzas. Y así es tan feliz ella, como quienes la escuchan.
Mafalda tiene 61 años y no recuerda cuando fue el día que no ha escrito algo. Lo atribuye a sus buenas maestras de la primaria que todos los días la hacían leer en voz alta y luego escribir una pequeña historia. "Con esa rutina es imposible que no te gustara leer y escribir. Me saco el sombrero por estas maestras. Hoy los niños no han perdido el interés, lo que pasa es que nadie les lee, mucho menos en las casas. Ni tampoco se los incentiva", dice categórica y resuelta a seguir en su accionar lector para dejar huellas. De hecho, a esta docente de música con muchos años sin ejercer y casi maestra jardinera (con todas las materias cursadas), lo que más le gusta es llegar a escuelas, especialmente en zonas alejadas, para que "conozcan mis cuentos de mi boca, Disfruto contárselos, mostrárselos, regalárselos", reconoce.
A esta altura de las circunstancias ya tiene tres libros publicados: El sapito Agustín, Elecciones en la Biblioteca Popular y, el último que acaba de editar hace poco más de un mes "Sueños con altura", libro que ya tiene fecha de presentación en la Feria del Libro, en un espacio dedicado a la literatura infantil.
La autora detalla que si bien los tres materiales tienen cierta ligazón "porque los personajes van tomados de la mano de uno y otro libro y se vinculan desde las emociones", este en particular hace foco y deja muchos mensajes acerca del cuidado del ambiente y el respeto por la naturaleza. Tanto que en un apartado y a modo de incentivo para el lector, con ayuda de uno de sus escuchas favorito su hijo Alejandro Pontoriero que ya creció y es guía de montaña- recomienda algunos lugares de San Juan para escalar y da consejos para saber qué hay que hacer cuando se va a la montaña.
"Entonces la lectura no queda en el cuento. Es una invitación para hacer. Mi objetivo es escribir divirtiendo, enseñando pero siempre con muchísimo respeto. Creo que esto solo se logra escribiendo sin olvidar la Mafalda niña que sigue coexistiendo en mí", asegura.
Conceptos claros, para lectores inteligentes

… "Y si a veces peleo / y hago líos y guerras / y grito como loca / y me pongo tan fea, / es porque yo no entiendo / a los grandes que pegan / y te meten discursos, / te tiran las orejas / y después que te quieren, / te dicen, y te besan. / Pero ya me enojé / y me encerré en mi pieza. / Por eso guardo siempre / una luz de sorpresas, / para pintar el cielo / con palomas y estrellas. / Porque adentro de mí / tengo cosas muy buenas, / para dar y prestar / y alquilar, sin fronteras".
Delia Beatriz González, conocida como Clarita, nombre que bien sirve para demostrar sus conceptos "sin vueltas" acerca de la literatura para las infancias. Con sus propias palabras define que "escribir para niños, niñas o niñes implica un desafío que necesariamente debería romper los paradigmas en el tiempo y en las sociedades, los cánones ya envejecidos. Muchas personas consideran que la literatura para las infancias consiste en ofrecer al público infantil un argumento insostenible y ñoño, en el cual el mundo se divide entre los buenos y los malos. Pero el universo en el que vivimos es mucho más complejo. Escribir para ellos, además de las temáticas que pueden ser exploradas, y que deberían superar esas dicotomías simplificadoras, es desafiar los límites del lenguaje, es pensar más allá de los diminutivos, ya que la vida no es una "cosita bonita" exclusivamente, sino que entraña múltiples visiones, misteriosos caminos, la presencia de los conflictos que nos tocan a los seres humanos sin excepción. Implica emprender viajes, surcar mares, atravesar abismos "y descubrir cómo es posible resolver los problemas en los cuales nos embosca, muchas veces, el diario vivir". No quedan dudas que el texto que precede estos pensamientos, parte del material publicado en "A que no saben quién es la bruja" es una muestra, un ejemplo de que ella dice, lo que hace.
Ella no tuvo una infancia fácil: al año y medio contrajo poliomielitis y por la parálisis tuvo que someterse a pulmotores, infinitos días en cama, yesos, operaciones e internaciones, lejos de San Juan y de su familia. "Por esta desgracia con suerte, supe que la única manera de transitar otros caminos, de correr, de volar, era y es la literatura, la palabra. Por eso decidí estudiar, fascinada por los cuentos tradicionales y los maravillosos, aunque siempre me convocó el rum rum de las palabras, cómo sonaban, qué podrían significar, qué misterios escondían, hasta dónde podíamos llegar explorando las sílabas y así nacía en mí, y nace, un deleite infatigable ante lo desconocido, ante lo mágico, y también, lo siniestro. Una palabra me deslumbraba y otra me llenaba de terror. Por ejemplo, tengo una novela corta, cuyo título es La Cinco, y es la historia de una niña que desea apropiarse de la escritura de su nombre", cuenta quien tiene resguardado mucho material inédito y rescata además de ese libro para chicos, una próxima publicación, aún en bambalinas, pero no sólo con un planteo interesante sobre las búsquedas (remitiéndose a los desaparecidos de la Dictadura Militar), sino con una estética muy particular e interesante aportada por su hija Ansilta Rocío Santos González.
Esta profesional, de reconocida trayectoria, rescata el trabajo de los talleres literarios, tanto para grandes como para niños. De hecho ella está al frente de uno (Haz de Trama que comenzará este mes de manera virtual), en donde "se comparte el decir y el hacer, se discute y debate. "Invito a quienes leen a descubrir ese espacio en que las infancias son tratadas como lectores inteligentes, con habilidades extraordinarias que surcan los tejidos infinitos en que la humanidad ha dejado su impronta"" explica, recalcando que a los pequeños les interesa todo lo que sea bien leído: desde la mitología (presente en muchos videojuegos), los desafíos, los héroes. Claro que siempre, reinventándolos.
Relatos con premios

Buena parte del material que tiene escrito Leandro Gómez Navas ha sido premiado en distintas instancias, aplaudido, reconocido. Pero nunca pasó por la imprenta. El, que es abogado y desde hace un tiempo que trabaja en la Dirección de Control de Gestión del Poder Judicial, no toma la decisión de convertir los relatos en libro. Siente que todavía no es el momento de traspasar esa barrera que, de algún modo, lo convertirá en escritor, hecho y derecho. Lo que no se da cuenta, hasta ahora, es que el público si lo considera así.
De todos modos, sigue escribiendo por esa necesidad -humana y talentosa- de expresarse, "como una verdadera manera de viajar por el universo, para dejar a mi familia una porción del mundo infinito, tal como suelo interpretarlo", según se ha propuesto.
Al principio justificaba este "hobbie" por los gajes del oficio como la a razón de su facilidad de palabra, pero también el orden para contar sucesos y detalles. Con el tiempo, se dio cuenta que tenía muchas historias atesoradas de su infancia dando vueltas por su cabeza y que como si fuera poco, cada vez que inventaba una para sus hijas, pronto tenía que volcarla al papel. Inclusive ha participado contando sus cuentos en un taller en Pocito. Justamente cuatro de esos textos para chicos, frutos de su imaginación, fueron premiados en el concurso Leónidas Escudero en el 2017 (foto): Peshito (un perro que crece de manera inconmensurable por la tristeza de haber sido abandonado, hasta que llega a su vida, un nuevo dueño que con amor, le ayuda a decrecer y cumplir las etapas vitales de todo ser vivo), La Cometa, El Viaje y La Pelota, en donde se permite hablar de la inclusión y el bullying, las raíces de dónde venimos, invita a reflexión sobre la dependencia de la tecnología y plantea esas pérdidas que marcan para siempre. Aparte escribe ficción, novelas y poesía.
"Escribir para niños es un gran desafío, al que le tengo mucho respeto y hago con una responsabilidad my grande porque de las historias se desprenden, compromisos, sentimientos, empatía y porque la infancia es el momento de la vida fundante en la emocionalidad y los recuerdos que impactan en todas las etapas y decisiones. Muchos adultos seguimos leyendo cuentos infantiles porque nos remite a esos años" afirma quien no tiene problema alguno en compartir sus textos. Por eso aquellos interesados en leerlos solo tiene que pedírselos al e-mail leandro_gomeznavas@hotmail.com.
Otra mirada a temas que importan

Gaby Nebro es respetuosa de los cuentos tradicionales, esos que heredó de la biblioteca de su abuelo. Pero no por eso, los sigue al pie de la letra. Ella prefiere tomar un atajo y cambiar el rumbo. Demostrar que hay otras cuestiones que no solo son vigentes en la realidad sino que son parte del universo infantil y de sus intereses. "Creo que leyéndome en voz alta pude identificar tres grandes ejes temáticos: la lucha por los derechos de los animales, la revisión de los estereotipos femeninos en los cuentos clásicos y el soporte de la física cuántica en lugar de la magia para fundamentar sucesos increíbles. Estos ejes no son compartimentos estancos, sino que se cruzan y conviven en muchas historias", sostiene la escritora prolifera que ya tiene en su haber 7 publicaciones, dos de ellas, para chicos.
Justamente esos ejes son los que dan sustento a su cuento "Mi perro huele a galletas recién horneadas", donde relata la historia de un perro adoptado pero también la de un perro en el espacio. "Esto sucedió en Rusia en 1957, con el primer ser viviente enviado al espacio, la perrita Laika, enviada sabiendo que moriría sin poder regresar. Por supuesto mi historia da una vuelta de tuerca a la crueldad humana y mi perro tiene un final feliz. Otro texto que me interpela es El canto de la sirena, en el que me pregunto qué pasaría si en un hogar nace una niña diferente, mitad pájaro, como son las sirenas de Homero en la Odisea (a diferencia de las de Andersen en La sirenita, que son mitad pez). El cruce de estos ejes temáticos se evidencia en mi cuento La princesa y la nanopartícula. En este texto podemos ver el juego de estos roles que nos son tan familiares en los cuentos de hadas: las princesas. Por otro lado, desde la física cuántica se abre un modelo de interacción de los elementos que supera la magia.
Para dar cuenta de estos contenidos, que pueden ser literarios pero también de ciencia o legales como en el caso de los derechos de los animales, propuse un glosario que puede ayudar con estos detalles a quienes deseen hacer otros recorridos pero, por supuesto, también es posible una lectura sin recurrir a otras explicaciones. En otras palabras, considero que escribir es jugar con otras historias, desarmarlas, darles una vuelta de tuerca, reescribirlas y hacerlas mías", dice, dejando entrever que sus temáticas no son las usuales y si, muy actuales.
Gabriela -además de ser abogada es docente (es Licenciada en Letras y luego hizo una maestría en Francia), lo que le ha abierto las puertas en muchas escuelas para que sus libros sean material de lectura frecuente, también son objeto de análisis en tesis y trabajos de investigación. Aparte de ese destino, su libro premiado Mi perro huele a galletas recién horneadas, llegó en el 2020 a muchos niños del país porque lo distribuyó en PDF por mail. Ahora va por su segunda edición con ilustraciones de Gabriela Gelves. Su segundo libro para chicos es No te olvides de cambiarle el agua a los dragones. Ambos, son parte de su alegría, ya que han sido bien considerados por diferentes jurados de la provincia, el país y el exterior.
Libros como hijos

Está convencida que dos momentos únicos dieron forma a su primer libro: un embarazo después de 18 años de su último parto que se adelantó a los planes pero le demostró otro modo de ver la vida, y una diplomatura en Educación Emocional fueron el empujón -necesario- para que Iliana Rodríguez volcara al papel toda esa emotividad que tenía contenida.
Ella hasta el 2020 era mamá de tres varones encaminados y resueltos (actualmente Agustín (25) cursa el último año de Kinesiología, Guillermo (24) ya es enfermero y Fabricio (22) está en el último año de Bioquímica ), aparte de ser una docente con más de 20 años de ejercicio en el Nivel Inicial de una escuela privada de Albardón. A esos aspectos se dedicaba hasta que dos enormes desafíos la sacudieron. Lola nació sietemesina, premantura y tuvo que estar más de un mes en Terapia Neonatal, tiempo suficiente para replanteos y para digerir, aprehender y canalizar todos aquellos conceptos que venía estudiando en la diplomatura.
"Esos días rezaba mucho y delineaba en el papel lo que sería mi libro El viaje de Lola, una abejita que me permitía relacionar la lucha de mi hija, con mis emociones y la realidad a la que nos enfrenta la vida día a día. En este libro, si bien es para chicos, también puede ser leído por un adulto, hablo de la importancia de darles libertad a los hijos para volar, aprender, decidir como sortear los distintos obstáculos que se presentan, aceptar frustraciones y momentos complicados como el ser discriminados, o quedar fuera de un juego. En ese viaje la abejita valora sus raíces, sale de su zona de confort, y siempre sabe que puede volver al amparo de su familia que no siempre puede estar constituida como uno soñó porque hay familias integradas por personas diferentes . Pero eso sí, nada se puede hacer si no es con amor", cuenta Iliana, quien al fin y al cabo reconoce que, tras un año de trabajo, escribió su libro en homenaje a su hija pequeña, también sus hijos mayores y para muchos niños y grandes que pasan por situaciones similares. Pero también se lo escribió para ella misma.
La publicación que ha llegado a las bibliotecas de muchas escuelas y mochilas estudiantiles, aparte de haber recibido premios le dio otra sorpresa: está ilustrada por Andrés Gallelli, un dibujante de trayectoria internacional y nacional a quien todavía no tiene el gusto de conocer, más que por teléfono. Añora, ahora que está empezando a bocetar su segundo libro -esta vez más ligado a lo educativo y con un foco bien sanjuanino- espera tener esa oportunidad.
Mientras tanto le lee a su pequeña, su libro, cada noche. Ella sabe que es la protagonista. También se los lee, a los niños de los establecimientos educativos que la invitan a llevar a su "otro hijo", el de papel.
Para Hans y los que tienen algo para decir a los chicos

Justo el mismo día que Hans Cristian Andersen hubiese cumplido 162 años -el 2 de abril de 1967- la Organización Internacional para el Libro Infanto-Juvenil estableció que el mundo entero celebraría a partir de entonces, a todas esas publicaciones que han hecho soñar, viajar con la imaginación, aprender y disfrutar de la lectura a los niños.
La fecha más allá de ser apenas un día puntual donde se promueve el interés por los libros y la lectura de los niños y jóvenes, moviliza a la toma de conciencia en pos de convertirse en un hábito. Pero además es la excusa para reconocer a quien hoy, más allá de que seguramente sería cuestionado, al menos prolifero escritor Hans Christian Andersen, creador de muchísimos de los cuentos clásicos infantiles más leídos en todo el mundo como el Patito Feo, Pulgarcita, el Soldado de Plomo o la Sirenita y que ha sido traducida a más de 80 idiomas.
La particularidad que tiene este día, es que cada año, se selecciona un escritor representativo y un ilustrador para que elaboren el mensaje dirigido a todos los niños del mundo y diseñen el cartel que sirve para promover la celebración de esta jornada especial en las bibliotecas y colegios de todo el mundo para extenderla por muchas semanas más. En 2022, el encargado de elaborar el mensaje fue el escritor canadiense Richard Van Camp (bajo la consigna "Las historias son alas que nos ayudan a remontar el vuelo cada día") y la ilustración de Julie Flett.
Van Camp es un escritor "Tlicho" (una nación indígena canadiense), autor de 26 libros, muchos de ellos premiados. Dos de sus publicaciones fueron pensadas para bebés. En el cartel alusivo de este año expresó conceptos como que "las historias son alas que nos ayudan a remontar el vuelo cada día. Leer es libertad. Leer es respirar. Leer te permite ver nuestro mundo con ojos diferentes y te invita a habitar mundos que nunca querrás dejar. Leer permite a tu espíritu soñar. Dicen que los libros son amigos para toda la vida y estoy de acuerdo. La plenitud de tu universo solo crece cuando lees. Las historias son medicina. Curan. Reconfortan. Inspiran. Enseñan".
Por Paulina Rotman
Colaboración Alejandra Bondanza y Sandra Luna
