Señor director:

Quiero compartir con los lectores de vuestro diario, historias y anécdotas de la lonja ribereña, en la Cuarta Región de Chile. Resulta que una hermandad familiar, parientes cercanos, prodiga moraleja no humana para los lugareños en la región de los valles. Cuando con pasitos lentos y mirada suplicante, más de algún pariente pobre de nacimiento se acerca sin decir nada. Tiempos cuando en la niñez, yo tenía diez perritos.

La cercanía con el prójimo logra milagros de afecto y sumisión. Hay vínculos que perduran a través del tiempo. Son unos para con el otro. La comunicación no necesita palabras.