Como ocurre en cada carrera de las temporadas de ciclismo, la Agrupación Virgen de Fátima suma su colorido. Es un espectáculo aparte, transitar por inhóspitos lugares y encontrarse con una veintena de banderas amarillas y rojas ornamentando el paraje que ocasionalmente visita la competencia.
Ayer no fue la excepción, con la diferencia que “jugaban de locales”. Orgullosos de su origen, todos los integrantes de la entidad que desde hace casi dos décadas tiene un equipo de ciclismo, suman su colorido y fervor. Al encarar los caracoles ya se veían los mástiles con sus trapos “españoles”.
En la Vuelta de 2016 aportaron, aproximadamente 250 banderas de las “chicas”. Con los años la cantidad se multiplicó y hoy, si uno tomara un detallado conteo de ellas, fácilmente se superan el millar.
El tema es que ayer, como estaban en, “su Chimbas”, sacaron a relucir todo su arsenal de banderas y en cada esquina del circuito o en los cruces principales se veían jóvenes y niños ataviados con las remeras rojas con vivos amarillos y grandes banderas que necesitaban de una veintena de personas para sostenerlas.
Lo único que le faltó a la Agrupación es quedarse con la etapa para que su fiesta fuera completa.