La primera consagración episcopal desde que la Santa Sede y la República China firmaran un histórico acuerdo sobre la designación de obispos católicos en esa nación, en septiembre del año pasado, tuvo lugar el martes último en la ciudad de Jining donde fue ordenado obispo el padre Antonio Yao Shun. Esta diócesis, con el santuario mariano, fue fundada en 1929 y actualmente cuenta con más de 70.000 fieles que son atendidos por 30 sacerdotes y 12 religiosas que además apoya a otras áreas católicas de la región.

Este acontecimiento adquiere relevancia internacional porque se trata de un acercamiento religioso trascendente y esperado, teniendo en cuenta que el Vaticano y Pekín rompieron relaciones diplomáticas en 1951 y desde entonces han sido numerosas las denuncias de persecuciones y tensiones soportadas por los cristianos durante más de medio siglo debido a la intolerancia comunista.

El descongelamiento institucional entre los Estados comenzó el 22 de septiembre de 2018 con la firma de un acuerdo provisorio entre las autoridades chinas y la Santa Sede, donde Pekín reconoce la necesidad de que un obispo sea nombrado por el Papa como cabeza de la Iglesia, de manera que esto no implica cuestiones políticas sino se centra en lo estrictamente pastoral.

No se conoce el contenido del documento diplomático, que al igual que en el resto del mundo concede al Vaticano una autoridad religiosa que se reconoce globalmente, pero esta primera consagración es un paso muy importante para el fortalecimiento del catolicismo en el gigante asiático. Debe recordarse que en 1951, dos años después de la fundación de la República Popular China por Mao Zedong, Pekín rompió relaciones con el Vaticano y desde entonces más de 12 millones de católicos están divididos entre los que pertenecen a la Asociación Patriótica Católica controlada por el Gobierno y quienes reconocen sólo la autoridad del Papa.

Esta última, la llamada "iglesia clandestina", no está autorizada formalmente para ejercer en el país, de manera que es el Gobierno de Pekín quien se encarga de nombrar a los obispos sin el consentimiento del Vaticano, lo cual ha provocado tensiones y divisionismos. Ahora, con el nombramiento del obispo Antonio Yao Shun se inicia un proceso de normalización pastoral gracias al empeño del papa Francisco y el reconocido trabajo de la diplomacia vaticana. El primer paso en este acercamiento mutuo ha sido dado, y ojalá se superen las heridas del pasado para la comunión plena con Roma de los católicos chinos.