Juliana es odontólaga y pese a conocer de los trastornos que provoca en la salud bucal morderse las uñas -y ni hablar en la salud general- diariamente se lastima los dedos. Este TOC se denomina onicofagia y es tan dañino como letal.

 

“¡No te comas las uñas!”. ¿Cuántas veces de niño escuchaste este grito por parte de tus padres o maestros? Y es que no en vano lanzan la señal de alerta, pese a que miles desoyen la orden y ya en la adultez esta costumbre se torna perversa, difícil de domesticar. En la gran mayoría de los casos requiere de la ayuda de un terapeuta, pero los problemas que desencadena a nivel físico son también muy significativos: puede afectar (además de las uñas y los dientes) las encías, los labios, la mandíbula, y varios órganos del cuerpo como los intestinos. La clave es agarrarla a tiempo, cuando apenas aparece, para evitar males mayores.

 

“Hace quince días derivé a la psicóloga a una nena de 12 años porque la madre ya no sabía qué hacer. Se había comido prácticamente un dedo. Se arrancó la mitad, literal, de la uña del pulgar. Me impresionó tanto a mí -y eso que estoy acostumbrada a ver estas cosas- porque se deformó el dedo. La verdad me angustió”, contó Carola Kaefer, odontóloga especialista en ortodoncia.

 

De acuerdo a la dentista, en sólo una de las clínicas donde atiende, de 20 pacientes diarios que ve -todos niños y adolescentes-, entre 3 y 4 se comen las uñas. “Es algo común en los consultorios. Es un hábito masivo, que se observa en los chicos y también, aunque en menor medida, en los adultos”, precisó.

 

La onicofagia afecta al 45 por ciento de los menores de edad. Aparece alrededor de los 3 o 5 años, sobre todo entre los niños más nerviosos y aumenta su frecuencia hasta los 12 años. No obstante, en el 25% de los casos, esta mala costumbre perdura después de la adolescencia.

 

“Yo como coloco bráckets veo todo tipo de cosas. La gente se lleva todo a la boca. He llegado a encontrar trozos de uñas entre los aparatos, pero también está el que se come la cutícula y hasta más allá de la piel del contorno del dedo, y el que se traga la uña, que además le genera problemas intestinales”, enumeró Kaefer.

 

¿Por qué es tan dañino este TOC?

 

A nivel manos, cuando se convierte en algo crónico, no sólo hay modificaciones en las uñas -se desgarran y debilitan- sino que además se deforman los dedos y ya no hay manera de revertirlo.

 

En el caso de los dientes, las piezas que están en constante contacto con el mordisqueo de las uñas terminan astilladas y suelen presentar la marca de la uña.

 

El desgaste se da en los dientes anteriores que son los que se acercan para morder la uña. Y si el hábito es regular, genera mal posición dentaria porque las piezas afectadas se van dislocando de su lugar y se trasladan hacia la zona donde se hace la presión al morder la uña. En algunos casos, incluso hasta se desplaza la mandíbula.

 

A su vez, los dientes se deterioran prematuramente, y en muchos casos se vuelven trasparentes y con irregularidades en los bordes generadas por las sustancias que se desprenden a causa de las microfracturas que se producen en los dientes por el exceso de fuerza que se genera al morder la uña.