Los cólicos de los bebés son muy frecuentes en los primeros tres meses de vida. Se trata de un cuadro que no es grave y es muy común. El bebé llora fuerte y mucho, flexiona las piernitas a la panza y grita. Estos episodios pueden ser largos, durar varias horas, para exasperación (y preocupación) de muchos papás. Se los definió como una “regla de tres”: más de tres horas de llanto, más de tres días por semana, en los bebés menores de tres meses.

 

Suelen ser vespertinos, aparecen aproximadamente a la tercera semana de vida y van en aumento hasta los dos meses y medio, cuando empiezan a menguar.

 

No se sabe a ciencia cierta por qué lloran, si están eliminando gases, por espasmos de la musculatura, porque tal vez sienten algún malestar. Por eso, descartando otras patologías, los cólicos no son graves, son una etapa normal del bebé (casi universal).

 

De hecho, algo muy curioso es que los bebés prematuros comienzan a tener cólicos recién cuando llegan a la edad “corregida”, en el momento que les correspondería contando a partir de un nacimiento a los nueve meses. Tal vez es el momento en el cual un bebé empieza a percibir más cosas. Probablemente hay factores madurativos psicológicos, psíquicos, ambientales, de estrés. La tarde es justamente el momento en el que las mamás están más cansadas, o llega el papá. Por eso es muy importante mantener la calma durante todo este período, porque se está afianzando el vínculo entre ese bebé y los papás: es fundamental el amor y buen trato.

 

Descartando otros trastornos

 

En los controles periódicos con el pediatra se descartarán -con la entrevista y el examen físico del bebé- otros factores que pueden estar provocando ese llanto excesivo.

 

En porcentajes reducidos se trata de otro cuadro: reflujo gastroesofágico, pero esto último trae aparejados otros síntomas como falta de aumento de peso, extensión del tronco y la cabeza hacia atrás durante la crisis de llanto, etc.

 

Otro grupo minoritario de bebés es alérgico a la proteína de la leche de vaca, pero también muchas veces viene asociado a otros síntomas como sangre en la materia fecal, vómitos, etc. El pediatra recetará, en estos casos, leches elementales y en unos días el bebé se restablecerá. Por eso es importante el asesoramiento continuo, que el profesional revise al bebé y descarte cuestiones orgánicas.

 

La importancia de mantener la calma

 

Una vez que descartamos cosas que revisten otro tipo de gravedad, lo importante para los papás o cuidadores será mantener la calma. Estos ataques de llanto se dan en el momento en el cual es muy importante el establecimiento y afianzamiento del vínculo, algo que a los pediatras les preocupa.

 

Algunas familias entran en un círculo vicioso en el cual se agranda la crisis (que la llegada de un hijo provoca, con los desequilibrios en la pareja, etc.); quizá ya existen problemas previos o situaciones complicadas y el llanto genera una angustia que puede interferir con el vinculo temprano y hasta en ocasiones gatillar situaciones de maltrato.

 

Es importante entender que los cólicos son muy comunes en la crianza, suceden solos, nadie tiene la culpa. Con los primeros hijos tal vez exista, por ejemplo, un desborde mayor, y también hay que saber que el temperamento de cada bebé es muy distinto. Muchas veces se cae en esto de “pasar de un brazo al otro al bebé” con nerviosismo, y eso el chico lo percibe, y es peor. Y de pronto llega la abuela, o alguien externo de la familia, y lo agarra relajadamente y el bebé se calma. Por eso es interesante que trabajemos nosotros para bajar a tierra y estar tranquilos,para poder transmitir un estado de relajación al bebé.

 

Consejos para calmar los cólicos

 

 

Primero, comprender que se trata de un comportamiento universal que desaparece luego del tercer mes. Y luego implementar todas las técnicas posibles para relajarnos y poder tranquilizarlo y contenerlo. Debemos entender, además, que los temperamentos de los bebés son diferentes y algunos son más difíciles de calmar que otros.

 

El uso del chupete. Después de las dos semanas de vida para que no interfiera con la lactancia. En general es aceptado y puede ayudar en algunos casos.

 

En casos difíciles, salir a pasear o andar en auto. Muchos bebés se calman cuando se distraen, sobre todo si se suben al auto y escuchan el sonido monótono del motor, asociado al movimiento leve. Ese suave balanceo resulta soporífero para los bebés y suele dormirlos. Cualquier ruido uniforme y delicado también sirve.

 

Portear. Los bebés del altiplano lloran menos, y quizá sea porque sus mamás los llevan todo el tiempo a cuestas. Estar en el pecho de la mamá, escuchando los latidos de su corazón, es un calmante natural para el bebé, porque le brinda calor, confianza y relajación.

 

Hamacarlo despacio y disminuir los estímulos. Contrariamente a lo que hacen muchos padres, que lo mueven y pasan de unos brazos a los otros, lo mejor es disminuir los estímulos, bajar la luz, dar caricias en la panza y un movimiento suave que cree un clima apto para el descanso.

 

Un baño tibio puede ayudar a que el bebé relaje la musculatura y elimine gases.

 

Tratamientos

Durante las décadas del ’50, ’60 y ‘70 se utilizó mucha medicación. Ahora contraindicamos las drogas del tipo antiespasmódicos, porque son tóxicas para los bebés de esa edad. Se empiezan a utilizar, para casos puntuales, la Simeticona o algunos probióticos (L. Reuteri). Pero es necesario consultar con el pediatra, que es quien evaluará el caso particular.