La carne de pollo es una de las carnes fresca a un precio económico. El consumo por persona en la Argentina en 2019 fue en promedio 46,6 kilos anual, reveló un informe del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas.
Es un alimento muy versátil, que permite cocinar muchísimas recetas. Sin embargo, mal preparado puede ser incomible. Uno de los grandes problemas es que a veces no queda jugoso, incluso puede costar masticarlo. Conocé los trucos para que eso no suceda más.
La carne del pollo tiene mucha humedad que se pierde al congelarlo y descongelarlo. Por eso, es muy importante que se compre el mismo día que se va a cocinar. Eso ayudará a que la carne absorba y retenga mucho mejor los jugos del cocinado. Si se utiliza un pollo congelado, sacarlo de la freezer 12 horas antes.
Otra técnica, es marinarlo unas horas antes de cocinarlo. Esto es fundamental para prevenir que quede reseco. Según la mayoría de los chefs, debemos dejar reposar la carne del pollo en este marinado alrededor de 2 horas. Esto ayudará a que se ablande y aporte más sabor. Se puede usar jugo de limón que combina perfecto con el alimento.
En el caso de que vayas a cocinar varias piezas de pollo a la vez, intentar que todas ellas sean del mismo tamaño y grosor para evitar que algunas terminen muy cocinadas y se resequen o, por el contrario, queden poco hechas.
Es importante cocinar la carne a la temperatura correcta. Esto puede marcar la diferencia entre un pollo dorado y jugoso y otro quemado y seco.
También se puede cocinar con manteca. La jugosidad y el sabor exquisito que le aporta en el momento del horneado, es uno de los mejores trucos. Hay que preparar una mezcla con manteca, varias especias y condimentos que se introduce entre la piel y la carne del pollo.