“¡Qué lindo verlos bailar y saltar en sus burbujas!”, se entregó Emmanuel Horvilleur, este domingo 13 a las 21, delante de 500 personas, en el primer recital con plataformas de distanciamiento sanitario al aire libre, en Buenos Aires. En el Festival SonoRiviera de Mandarine Park (Acceso Punta Carrasco), bajo las estrellas frente al río, en este tiempo de coronavirus. Con el público repartido, de a dos, en 250 burbujas sociales: un rigor protocolar pero aun así sensual. “Qué loco estar acá -dijo Horvilleur-. Me gustaría que estuvieran cerquita, pero sé que se van a ir a expresando. Fueron unos meses raros. Es un tiempo un poco raro”.
En Costanera Norte, con su traje blanco y camiseta negra sin mangas, el aún joven ícono local del soul, el R&B, y el pop con alma funk, se dejaría envolver en 17 de sus temas solistas en el puntapié de SonoRiviera (emitido por streaming a la par). Tras la cancelación de Vicentico del jueves 10 (por contacto estrecho con una persona con COVID-19), y de Conociendo Rusia (el sábado 12, por peligro de lluvia), Emmanuel Horvilleur nunca previó que terminaría dando el primer concierto porteño bajo este sistema preventivo de burbujas, en este año pandémico fatal para la industria musical en vivo. ¿Qué aroma catártico se respiró al fin este domingo en la noche fundante del festival? “Estamos raros pero estamos vivos, frente al río. ¡Gracias, Buenos Aires!”.
Fue el guiño de Horvilleur para abrir y cerrar su primer tema (y single más reciente, “Raros”), cuya historia nació, como suele ser en él, de un amor elegante, estallado o prohibido. Pero su letra erótica también gravitó en esta noche para 500 personas (de a dos ), en sus plataformas de 6,6 metros cuadrados, rodeadas por barras metálicas: “A vos, sólo te pido que tus ojos entrecierres. Yo te quiero ver bien. Este laberinto de personas con historias deformes. No hay nada que se pueda hacer. Más loco es no enfrentar nuestro destino. Qué lindo Buenos Aires cuando esté con vos, así”.
Aquí en SonoRiviera, el protocolo para conciertos presenciales con distanciamiento del Gobierno de la Ciudad -autorizado por la Nación- se aplicó con dinámico control: habían dado puerta a las 19.30 y la salida fue sin tensión, pasadas las 22. Los asistentes entraban de a dos, con barbijos o cubrebocas, y validaban un solo ticket virtual en su celular. Luego la seguridad posaba el sensor de temperatura sobre sus muñecas (para descartar fiebre, un indicio de COVID-19) y luego guiaba a las parejas a sus asignadas burbujas de espaldas al río. Allí, a resguardo (a cuatro metros de la pareja de adelante, o tres de la del costado), los visitantes podrían quitarse el protector del rostro para comer y beber lo que pidieran.
¿Cómo? En la barra de metal de la burbuja había pegado un cartel plástico con un código QR, para escanear un menú (de cien pesos en adelante), encargar online y luego esperar el pedido sin salir de allí (sólo para los baños). En este selecto predio de Avenida Costanera, Horvilleur buscaría rimas alusivas a estos cuidados sanitarios, antes de cantar “Alucinante” y Soy tu nena”: “Cada uno en su burbuja, moviéndose, sacando todo afuera. Un exorcismo para estos días. Así me gusta. A mí me gusta. Con esas palmas, arriba el alma, afuera el karma”, improvisó con ingenio rapero porteño.
Y así se abrió Horvilleur, entre hits amables y canciones gozables de neo-soul, R&B y hip-hop, con las huellas de Illya Kuryaki and the Valderramas y el influjo estelar, con amor sin pudor, de los giros melódicos del papá de Dante: su mentor Luis Alberto Spinetta. “Yo no sabía que fuera a tocar este año. A lo sumo con la viola acústica en mi casa, bajo el árbol. Gracias por convocarme con mi banda. Es muy emocionante estar acá con ustedes”, regaló Horvilleur pasado el cuarto tema, “Te de estrellas”.
“Ay, me dio sed. Quiero tomar un jugo. ¿Me puedo sacar ahora el barbijo?”, rogó a lo lejos una joven, junto a su pareja, antes de masticar el pochoclo -en cono- que les había regalado la producción de SonoRiviera una vez que ingresaron. En eso, Horvilleur respiró antes de una nueva canción popera, mirando a los que se agitaban en las burbujas de las primeras filas. “¡Tienen boca! -bromeó-. Yo pensé que por la pandemia el ser humano había evolucionado a una forma nueva, muteada. Pero tienen boca. Se pueden dar besos; se pueden decir cosas; pueden tomar… ¡Me gusta verlos acá!”.
Horvilleur iba a atravesar más climas sensibles de sus cinco discos, con picos de brillo musical en “Amor loco”, “Hermano plateado”, “Negra”, “12.30”, y otras dos bien pegadizas para irse con relax luego de la experiencia de las burbujas, sin miedo al roce del peligro: “El hit” y “Radios” ganaron los aplausos mayores. El viento nocturno de la rivera alejaba el calor húmedo bajo las estrellas en Costanera Norte. Y las parejas se animarían de pie, hasta el final, dentro de las 250 estructuras de 2,57 por 2,7 metros en este venue de siete mil metros cuadrados, recalculado para sólo 500 participantes por noche en SonoRiviera.
Veinte minutos antes de que comenzara el show dialogó con La Viola José Luis Cameron, CEO de la productora Gonna Go (asociada con Mic para hacer SonoRiviera): “Es un esfuerzo empresarial enorme, aunque en lo económico es inviable. No dan los números. Solamente lo estamos pudiendo hacer con ayuda de los sponsors”. Cameron destacó “el esfuerzo gigante de los artistas, de Mandarine Park y de los proveedores, para hacer posible este formato en un espacio originalmente preparado para 15 mil personas. Con sólo 500 asistentes es imposible trasladar el emprendimiento a un negocio. Por suerte las marcas acompañaron. Es una experiencia nueva, a la que le sumamos el streaming”.
Cameron elevó los ojos al escenario con la puesta audiovisual multicolor, a tono con las canciones de Horvilleur en la fecha inicial de SonoRiviera. Y dijo tras su barbijo: “Confiamos que el Gobierno y quienes nos regulan -cuando vean el buen funcionamiento- nos podrán ir dando un poco más de capacidad, la cual es clave para poder seguir”. Primero se hará el balance de este primer Festival SonoRiviera con burbujas sociales en la Ciudad: el jueves 17 seguirán los shows de Conociendo Rusia (los reprogramados del sábado); el viernes 18, Bándalos Chinos; Airbag, el sábado 19, y Soledad, en el gran cierre del domingo 20 aquí en Mandarine Park.
“Esta es una apuesta para decir ‘vamos para adelante’. En estas burbujas para dos personas el riesgo sanitario es mínimo -observó Cameron-. Es nuestra responsabilidad tener esta iniciativa y empujar, para que se vea que se puede hacer de manera responsable, prolija y efectiva. Y que en el futuro nos den la ampliación para que pueda ser un poco mejor la situación. La nueva normalidad depende de que nos cuidemos entre todos”. El productor sonrió y se encaminó a su propia burbuja: se venía Horvilleur con “un exorcismo para estos días. Con esas palmas, arriba el alma y… ¡afuera el karma!”.
(Fuente: La Viola TN)