Hoy, en algunos países vitícolas, las bodegas están saliendo de la moda imperante del Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay entre otras, para ofrecer nuevos vinos a partir de viejas variedades, hoy ocultas en viejas parcelas de alguna comarca o dormidas bajo un anonimato sepulcral porque "el que sabia" qué uva era hoy ya no esta, ni tampoco hay registros.
La Freisa, la vieja Palomino, la Fer, la Valency, la Refosco, Raboso Del Piave, Balsemina, Grignolino, Saint Jeanett, las Criollas, en especial la Chica, incluso la vieja y prestigiosa Barbera Dasti, ya ni se nombran. Sólo hemos rescatado a la Greconero o Greco Nero y la Bonarda de tanto decir que son distintas.
Quiero resaltar que he visto un potencial enorme en una variedad mal llamada "Pinot Gris" y que no sabemos todavía que es, porque un análisis de ADN dio negativo para Pinot. No es tampoco Canarí, otro cepaje viejo de bayas color rosado. Estas dos variedades son distintas al verdadero Pinot Gris. Considero importante encontrar el nombre u origen de la mal llamada Pinot Gris porque podríamos darle un marketing distinto y una diferenciación para nuestra región.
En España, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Alicante busca variedades perdidas en la zona y ofrece una recompensa en base a ayudar al coste de la identificación varietal mediante análisis, siguiendo los pasos de localizar, identificar, conservar y utilizar. Es una forma de salvar patrimonio, garantizar la biodiversidad y priorizar objetivos de producción además de invertir en tecnología para ganar competitividad desde la diferencia y exclusividad, explica José Vicente Guillem en una nota publicada en Levante, El Mercantil Valenciano.
Una reflexión se impone en relación con la evolución del viñedo en los últimos años con el paso de variedades autóctonas a internacionales, su consolidación como potencial vitícola y la búsqueda del material vegetal perdido y autóctono como respuesta a un mundo uniforme.
Hay que buscar material vegetal perdido y autóctono como respuesta a un mundo uniforme
Un magnífico ejemplo de cómo se puede innovar sobre autenticidad, tipicidad y genuinidad de su viticultura en su territorio y la satisfacción del consumidor por alcanzar otros tipos de vino que puedan gustar y convencer y además participar en el desarrollo rural con proyectos de imaginación real.
Con la experiencia asimilada y material vegetal testado con técnicas de mejora genética y sanitaria del Siglo XXI e identificación varietal, es una garantía poder conocer el genoma de una variedad con métodos analíticos que complementan las observaciones, aportando un valor creíble para la zona y garantías ante grupos de consumidores
Repasando archivos y notas en relación a variedades que existían hace tiempo y aquellas que, habiendo sido utilizadas, no se tienen noticias, permanecen en el anonimato o duermen en el seno de los justos por falta de actualización, se encuentran auténticas joyas que hablan del potencial vitícola autóctono.
Estamos ante un movimiento que puede reencontrar y actualizar un pasado, demostrar la riqueza varietal en las Denominación de Origen Protegida (DOP) de vinos (en proceso de zonificación), confirmando su diversidad y selectividad, en el caso concreto de Alicante:
-Diversidad desde el punto de vista que el suelo y clima han permitido buena adaptación de variedades y la posibilidad de comprobar adaptaciones, con la ayuda de personal experto en tareas vitícolas y preservación de lo bueno ante los probable. Una silenciosa opción capaz de cambiar el concepto de vino en un entorno mediterráneo.
-Selectividad, por la exigencia de su comercio internacional, la tipicidad de sus vinos (Fondillón, Aloque, Arropes, Doble Pasta, Rosados o Moscateles) que han condicionado variedades, ejemplo de ello los primeros reglamentos de la DO Alicante (1957/1979), con la presencia de Monastrell, Bobal y Garnacha como trío excepcional y Moscatel.
De continuar el proyecto, con el tiempo necesario, los vinos protegidos por DOP/IGP en la CV verán ampliada su biodiversidad vitícola certificada, y dispondrá de expresiones vínicas de referencia que unirán a la obra bien hecha al servicio de la sociedad y con visión a largo plazo.
Pero los argentinos en este tema también tenemos lo nuestro. Un estudio del INTA en Mendoza habla de volver a recuperar los cepajes coloniales. El "encepado criollo" constituye una población heterogénea de variedades, si no de origen argentino, posiblemente sudamericano. Estas variedades aun representan el 30% de la superficie cultivada. Existe otro grupo de variedades no caracterizadas. La gira de recolección de material de variedades criollas en las provincias del oeste del país generó una clasificación en 4 grandes grupos: Criollas Chicas, Criollas Medianas, Criollas Grandes y Cerezas. Existe otro grupo de variedades no caracterizadas todavía.
En la colección ampelográfica del INTA han identificado 18 variedades criollas no descriptas previamente, que merecen ser estudiadas.
Clasificar estos cepajes y recuperarlos para la vitivinicultura nacional es una tarea muy importante para nuestro patrimonio genético y lograr vinos propios que identifiquen nuestra zona. De eso se trata.