Alegría. Los niños que ayer pasaron gran parte del día en la Unión Vecinal de La Rinconada, mientras sus padres se mudaban de casa, se divirtieron mucho.

 

Apenas amaneció, se comenzó a percibir un bullicio inusual, pero alegre, en la Unión Vecinal de La Rinconada, en Pocito. Fue el que ocasionaron los niños que fueron contenidos en el lugar mientras sus padres hacían la mudanza a una vivienda digna. El operativo de contención estuvo organizado por la Dirección de Niñez e incluyó juegos, actividades recreativas y alimentación. Unos 60 niños, de las familias afectadas por el último terremoto y que recibieron las 788 casas del Barrio La Pampa, disfrutaron de este cuidado especial.

Desde las 7 de la mañana, la combi oficial comenzó a recorrer los diferentes asentamientos que ocuparon las familias tras el terremoto. A esa hora ya hubo chicos preparados para ser trasladados hasta la unión vecinal para quedarse allí durante el día, al cuidado de profesores de Educación Física y de las docentes que trabajan en los Centros de Desarrollo Infantil que también dependen de Niñez. Es que la mayoría de sus padres pasó la noche en vela ordenando las pertenencias y apilando los muebles en la calle a la espera de que llegaran los camiones que los trasladaría hasta el Barrio La Pampa. "En otras ocasiones, la Dirección de Niñez también realizó este tipo de operativos de contención cuando se realizó la erradicación de un asentamiento. El objetivo principal es contener a los niños y que estén seguros para que sus padres puedan realizar la mudanza tranquilos sin estar pendientes de ellos. Hay muchos que no tienen un familiar o amigo donde dejar a los chicos durante el cambio", dijo Sergio Sepúlveda, director de Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano.

Ni bien comenzaron a llegar los primeros niños, los encargados del operativo prepararon las mesas para que los chicos pudieran desayunar. Todos lo hicieron con gusto y sin temor por estar entre desconocidos. Es que la mayoría de los chicos se conocía del vecindario donde vivieron hasta ayer y pudieron disfrutar de la jornada entre amigos.

A media mañana, cuando el sol comenzó a calentar, arrancaron las actividades para entretener a los niños.

Los más inquietos eligieron participar de los juegos con aros y pelotas que organizaron los profesores de Educación Física en el sector parquizado de la unión vecinal, actividad que se prolongó más de lo planificado por pedido de los chicos, que no querían parar de correr y saltar.

Los más tranquilos, y los que aún no podían superar el haber madrugado, prefirieron quedarse en el salón y dibujar o preparar masa para hacer manualidades.

En tanto que los más pequeños, aquellos que apenas pueden caminar sin caerse, eligieron jugar con los globos. "La idea fue que todos tuvieran con qué entretenerse mientras llega la hora de llevarlos con sus familias a sus nuevas casas. Claro que eso será después de que almuercen y hasta que merienden, en caso de que la mudanza de retrase. El equipo de contención está conformado por 40 personas que se van rotando para cuidarlos", dijo Sepúlveda.

  • En vela, pero con mucha emoción

Luciana Quinteros pasó la noche sin dormir en su precaria vivienda del asentamiento de Calle 15 y Aberastain, para preparar la mudanza al nuevo barrio, con mucha emoción. Para poder terminar el trabajo tranquila, ayer sus dos hijos más chicos se quedaron en la unión vecinal.

 

  • Pequeños artistas 

Nenas y varones dieron rienda suelta a su creatividad para hacer adornos con la masa que prepararon.

 

  • Rumbo a su casa

Ayer, familias del asentamiento de Calle 15 y Aberastain trabajaron sin parar para poder mudarse.

 

  • Con la mente en la casa nueva

Luciana Reina fue una de las primeras nenas en llegar a la Unión Vecinal de La Rinconada y también en participar de las actividades recreativas. Sin dudarlo tomó una hoja en blanco y lápices de colores para dibujar la casa “que no se llueve”, donde ahora vivirá con su familia.