La Semana Santa más allá de ser un tiempo de reflexión debe ser el punto de partida para que los hombres entendamos que sin fraternidad y vocación de entrega hacia los demás será muy difícil que logremos vivir en una sociedad regida por la justicia y el respeto.
Las enseñanzas que nos dejara Cristo sobre lo concerniente al amor entre los hombres y la misericordia que debe fluir de los corazones para una convivencia en paz, es un mensaje de amor que en estos días debe potenciarse para que todos puedan comprender en donde estamos parados y hacia donde vamos en materia de relaciones interpersonales. Las misma que en los últimos tiempos han sufrido un serio deterioro alentado por sectores que pugnan por sus propios intereses sin preocuparse por crear un ámbito social de cordialidad y fraternidad.
Es responsabilidad de todos alentar una buena convivencia entre todos los sectores comprometidos con el crecimiento y desarrollo del país, creando entre todos una sana convivencia en la que cada uno esté dispuesto a aportar lo suyo considerando al prójimo como una proyección propia, con defectos y virtudes.
Debemos estar destinados a llevarnos bien en todos los ámbitos de una manera espontánea y en forma mancomunada para que de esa buena relación surjan las acciones positivas que nuestro país y nuestra provincia están requiriendo.
La historia nos ha enseñado que cuando a los pueblos les ha tocado sufrir por distintas contingencias, como puede ser una guerra u otras calamidades vinculadas con la naturaleza o la propia acción del hombre, el amor propio de su gente, la solidaridad y el esfuerzo conjunto son factores que les han permitido salir adelante. Este comportamiento es la llave que abre las puertas de la felicidad, la productividad y el progreso. Nada de esto puede surgir si no hay empatía entre las personas y las instituciones. La cordialidad no sólo es un recurso para que un negocio funcione o para que se ponga de manifiesto solo cuando conviene que así sea, también es necesaria para que la gente perciba la pertenencia a una sociedad en la que los individuos comparten las mismas necesidades sociales y económicas.
Los valores que se ponen de relieve durante la Semana Santa son los que se necesitan para que la Nación tenga una buena base de sustentación. Si no se cree en las personas y no se busca la convivencia en paz será muy difícil que el país se encarrile hacia un destino de superación y grandeza. Primero tenemos que contar con un pueblo unido, solidario y fraterno que a través del trabajo mancomunado alcance su superación y que deje de lado los antagonismos que no le hacen bien a ninguna sociedad.
