Un obrero de 48 años fue condenado ayer por la jueza Silvia Peña Sansó de Ruiz (Sala I, Cámara Penal) a 23 años de cárcel, la misma pena que aceptó en un juicio abreviado, en el que confesó haber violado a dos hermanitas que eran sus hijastras y llegaron a vivir con él en 1999. Una de las niñas fue ultrajada entre los 8 y los 12 años, edad a la que las violaciones cesaron porque la mandaron a vivir con una tía. Su hermana menor, que vivía con esta tía y al llegar su hermana volvió a la casa de su padrastro en 25 de Mayo, fue sometida entre los 11 y los 15 años, cuando a causa de los ultrajes tuvo un nene Down.
Ambas hermanas no querían que les pasara lo mismo a otras hermanitas y denunciaron al violador el 11 de enero de 2016. Cuando las entrevistaron en Cámara Gesell, los psicólogos confirmaron que no mentían y presentaban los daños psíquicos de los niños abusados. Pero la prueba más contundente fue el 99,99% de posibilidad de ser el padre del chico que nació por las violaciones.