La primera vez ocurrió cuando tenía 13 años. Había ido a jugar con las hijas de una vecina pero al único que encontró fue a un familiar de esas menores, F.A. (no se consigna acá su identidad a fines de proteger los derechos de la víctima). Sin dudarlo, el sujeto la metió a la fuerza a un dormitorio y la violó. Cuatro años después, volvió a sorprenderla cuando iba a comprar unas cosas a un comercio y la metió a la fuerza a un descampado, la ató de pies y manos, y volvió a violarla, amenazándola de muerte si llegaba a hablar. Y no habló, pero su estado anímico comenzó a decaer, su padre lo notó y el 12 de marzo de 2018 la llevó al médico para sacarse la duda. Allí no sólo le informaron que estaba anémica; también le dijeron que su hija (entonces de 17 años) tenía dos meses de embarazo. Fue durante su internación que esa niña con un retraso mental leve, le contó a su padre sobre esas dos ocasiones en que el hombre la había sometido a la fuerza.
Y no mentía: tiempo después tuvo un hijo, un juez ordenó hacer un cotejo de ADN con material genético de la criatura y el sospechoso, y el resultado fue contundente: un 99,9999 de posibilidades lo ponían como padre.
Para entonces el sujeto había intentado desligarse al asegurar que había tenido un noviazgo de dos meses con esa niña. Que la había visitado en su casa y que había tenido relaciones consentidas en el fondo de la casa de la propia víctima.
De todos modos, no sólo el ADN complicaba a ese sujeto como autor de un delito sexual, pues la psicóloga que entrevistó a la chica el 12 de junio de 2018 en el Anivi, había detectado su retraso mental leve y otros signos característicos de los chicos que sufrieron situaciones de abuso sexual, dijeron fuentes judiciales.
Cercado por la evidencia, el violador llegó a juicio detenido y muy complicado. Por eso, a través de su defensor Fernando Bueno, aceptó acordar un juicio abreviado con el fiscal Daniel Galvani a cambio de una rebaja de pena. Y ayer ratificó ante la juez Silvina Rosso de Balanza (Sala III, Cámara Penal) su conformidad para ser condenado a 8 años de cárcel.
La juez decide si acepta o no ese acuerdo. Si lo hace, el hombre no podrá recibir un castigo mayor.