Otro desertor ruso fue asesinado en Londres después del ataque con gas nervioso al doble agente Serguei Skripal y su hija en Salisbury el pasado 4 de marzo. La policía británica confirmó este viernes que Nicolás Glushkov, este ex funcionario de Aeroflot que huyó de Moscú tras haber sido condenado por fraude y lavado de dinero, “fue estrangulado” en su casa del barrio de Kingston, de la capital británica.
Había sido hallado el lunes por su hija Nathalia, que observó señales de estrangulamiento en su cuello.
Después del incidente en Salisbury, la policía de la unidad antiterrorista comenzó a investir la “muerte sospechosa” de este ruso, que pidió asilo político en Londres.
Era un socio de Boris Berezovsky, el oligarca ruso que escapó a Gran Bretaña luego de que el régimen de Vladimir Putin quisiera quedarse con sus empresas.
La autopsia a Glushkov demostró que había muerto “por asfixia de estrangulamiento”, según el anuncio esta tarde de Scotland Yard.
A lo largo de la semana, la policía trató está muerte como “inexplicable” hasta llegar a este veredicto. Fue investigada su muerte por la unidad antiterrorista.
Moscú lo acusaba de fraude y lavado de dinero cuando era socio de Boris Berezovsky, cuya muerte también va a ser investigada por la policía antiterrorista, junto a otros 18 casos de “muertes sospechosas” vinculadas a Rusia.
Oficialmente, hasta ahora para la policía Berezovsky se suicidó. Pero Glushkov creyó siempre que había sido asesinado por estrangulamiento, inducido o ayudado por alguien en su mansión de Berkshire en el 2013.
La policía acaba de confirmar que Glushkov ha corrido la misma suerte que él sospechaba de su ex socio. Los amigos de Glushkov en el Open Rusia Club de Londres sostienen que “había signos de estrangulamiento en el cuello” cuando lo encontró su hija en su casa del sudoeste de Londres y que “no estaba deprimido”. El régimen ruso dice que murió de sida.
Los oligarcas rusos han reforzado sus custodias y temen salir de sus mansiones. No se sienten a salvo en ninguna parte.
Glushkov estaba en una lista de extraditables, que Moscú reclamaba y Gran Bretaña se negaba a entregar. No apareció el lunes en la audiencia donde se defendía a sí mismo, en un juicio montado por Aeroflot. Ya no le quedaba dinero para pagar abogados. Se había divorciado de su mujer, que vive en Moscú, y sus dos hijos viven en Gran Bretaña. estaba solo, con un perro y un gato como compañía.
Esta nueva muerte en la comunidad de disidentes y desertores rusos en Gran Bretaña va alimentar el miedo entre los 300.000 rusos que viven en el reino. También elevará la tensión en la crisis diplomática, luego que la embajada rusa en Londres informara este viernes que los 23 diplomáticos-espías expulsados partirán de Gran Bretaña el 20 de marzo. No se conocen aún las represalias rusas ante estas expulsiones pero son consideradas “inminentes”.