Señor director:

Quizás, el nombre de Edmundo Zaldivar (h) no suena muy familiar para muchas personas que alguna vez bailaron su más célebre carnavalito. Se trata del tema: “El Humahuaqueño”, que fue llevado al disco en 1955 y llevaba versos del poeta salteño, Jaime Dávalos. Esta obra constituye una pieza destacadísima de la música argentina. Esta canción se convirtió en favorita de innumerables intérpretes, desde el brasileño Roberto Carlos hasta la griega Naná Mouskouri.

La historia dice que cuando Edmundo era una adolescente su padre, que era concertista de guitarra y cantor muy conocido, lo mandó castigado a una estancia de la familia Viale de Argüello, en Río Tercero, Córdoba. Allí practicó los rudos trabajos del campo, se hizo en madrugadas y desmontes, alternando con paisanos y peones del centro cordobés. Para entonces el muchacho era un gran guitarrista y ya había debutado en varios ámbitos de la cultura. De ahí en más la trayectoria del maestro Zaldívar fue muy extensa. En la década del “50 viajó a Europa. En 1965, Sadaic lo premió por su mundial carnavalito. También actuó en radio y televisión junto a sus hijos en el conjunto “Los Zaldívar”. En 1973 ganó el Festival de Cosquín. Fue un precursor de las peñas criollas, donde presentó a dos extraordinarios músicos argentinos: Ariel Ramírez y Eduardo Falú.

De su unión artística con Aníbal Troilo, quedaron las grabaciones que, entre 1953 y 1955, realizó el cuarteto Troilo-Grela con Kicho Díaz en contrabajo y Zaldívar en guitarrón, instrumento que dominaba junto al charango, el arpa, la quena y el sikus.

Este ejecutante y compositor, estudioso y difusor de los cantares argentinos, falleció el 7 de febrero de 1978. Dentro de su extensa producción , que incluye algunos tangos, pueden citarse las canciones “Alto Paraná” y “La carreta tucumana”., la milonga “La Tapera” y el vals “Me acuerdo del pago”.