En medio de un progresivo temporal de despropósitos humanos, con un creciente huracán de incertidumbres, un aluvión de crisis diversas, un tremendo desconcierto atmosférico y una honda injusticia global; reivindico otros posicionamientos más lícitos y equitativos, que sirvan de apoyo a esa gente desfavorecida y abandonada. Sabemos que cualquier cambio requiere siempre de valor y valentía, para enmendar sistemas financieros indignos, ya que suelen servir únicamente a los intereses de los más pudientes en el mundo entero. Ante esta realidad, hemos de asumir el dar aliento mediante otro aire más justo y creativo, con posiciones firmes que generen amistad social, ya sea de asistencia inmediata al desvalido, adaptación al cambio climático o de otras prácticas más solidarias en la actividad económica, teniendo en consideración al conjunto de todos los pueblos. Reunirse y unirse, por consiguiente, es el comienzo para juntos trabajar y poder salir de este caos.

Promesas incumplidas

No más escapatorias, el periodo de las promesas incumplidas debe terminar de una vez por todas. En este sentido, considero prioritario socorrer a los países menos adelantados a superar sus vulnerabilidades. En consecuencia, será bueno activar otras metodologías más reales e inclusivas, que no dejen a nadie postergados, ante la crisis del costo de la vida. Desde luego, también el apoyo fiscal debe de focalizarse en los grupos más afectados por la carestía de los alimentos y la energía; al tiempo que para mitigar el cambio climático, apelamos a la justicia, persistiendo en la tarea de limitar las emisiones y promover la inversión ecológica.

Este avance no es nada fácil, pero sinceramente tenemos que abordar colectivamente los desafíos para encontrar soluciones vinculantes, encaminadas a sustentarnos unos a otros, a través del cuidado, tanto de las personas como del medio ambiente.

El sustento tiene que ser vital para toda la humanidad. Por otra parte, también el talento hemos de ponerlo igualmente al servicio de la creación y no del saqueo. Recapitulemos, más tarde, sobre la deforestación.

Finanzas al servicio de la ciudadanía

Ojalá aprendamos a posicionarnos hacia unas finanzas que se pongan al servicio de la ciudadanía, activando un quehacer seguro y decente, que desarrolle las capacidades y suprima la pobreza. Por cierto, puede que sea eficaz aprovechar el poder de la ciencia, la tecnología y la innovación. De ahí la grandeza de activar las posiciones en positivo, a fin de revitalizar alianzas mundiales, mejorando el comercio internacional, sumando capacidades y retomando nuevos bríos. Esto frenará la crisis en cascada que padecemos ahora y que suele impactar en la salud, la educación, la paz y la seguridad o la alimentación, golpee cada vez a menos personas. De eso se trata, de poder levantar cabeza, en esos territorios con un crecimiento económico débil, con una inflación creciente, con enormes interrupciones en la cadena de suministro vivencial, incertidumbres políticas y una deuda insostenible. Ojalá sepamos tomar el rumbo de la conciencia a la hora de encaminar los pasos hacia un horizonte más humano, capaz de resistir el cansancio, el sufrimiento y el aluvión de adversidades que a diario se nos puedan presentar. 

No aceptar el conformismo

Es necesario trabajar por la libertad y democracia, con el arrojo propio de un ser pensante, que no acepta el conformismo ni tampoco cruzarse de brazos, que sabe renacer y hacerse fuerte, con sentido de responsabilidad, conscientes de que el presente y el futuro es nuestro y radica en nuestras manos, ya que depende en parte de nuestro trabajo y aunque sea necesaria la ayuda, es fundamental no desfallecer y estar en disposición de acoger. Evidentemente, el mundo es algo más que un problema a resolver, es una llamada a hacer familia, a entrar en razonamiento con todos, hermanados por una misma inquietud, la de mejorar la calidad de la vida humana y considerando la diversidad de opiniones. Basta mirar la situación para observar que nada se reconstruye por sí mismo y que no hay mejor soporte para ello, que el diálogo, basado en sólidos valores éticos, lo que facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto. 

 

Víctor CORCOBA HERRERO
Escritor