Contra todos. El arquero Cebreiro se agarró con la policía y cuando vio la reacción de los uniformados corrió a refugiarse con sus compañeros.

 

Cuando apenas terminó hace siete días atrás en Mendoza el partido y era triunfo de San Martín, el delantero Mauricio Temperini tiró una acusación que jamas dimensionaría en sus efectos. Habló de arreglo ya cerrado en San Juan y generó un ambiente cada vez más denso de cara a la revancha. Ese día se anunció un final que nadie quería para Peñarol-San Martín. Y la historia siguió. Pedidos, exigencias, sospechas. Todo precipitó en una postura hipersuceptible de los jugadores y cuerpo técnico de San Martín que llegaron a Chimbas predispuestos mal. Caga gesto, cada queja, potenciaron todo. Más lucha que juego en la cancha, le terminaron jugando en contra porque Peñarol se lo empató rápido, se lo dio vuelta después y ya fue tarde para todo. Llegó el tercer gol sanjuanino y se desató la furia mendocina. No alcanzaron a sacar del medio cuando iban 27" y todo San Martín rodeó a Juan Bazán. Ya habían reclamado por los dos primeros goles, pero el tercero los descontroló. Corridas, golpes. Amenazas. Incluso en ese violento raid, golpearon al fotógrafo del Diario Los Andes de Mendoza. Encegecidos cargaron contra el juez, sus asistentes y hasta la policía. Temperini, aquel que encendió la mecha hace siete días atrás, lo quiso buscar a Biasotti pero no llegó. Era tarde para todo. El ingreso a los camarines fue otra postal violenta. Arrasaron con todo.

Pasada media hora, el técnico Lucio Ramos salió a decir lo suyo: "Esto es un robo. Nunca en todos los años de fútbol que viví, me pasó una cosa así. Mis jugadores sufrieron todo. Las provocaciones, los golpes de Peñarol y para colmo el desastroso arbitraje de un impresentable de 200 kilos que el Consejo Federal designó. Ahora se entiende lo que pasó con Victoria de San Luis y sus reacciones. Peñarol no tiene tanto como para pelear el ascenso pero si lo ayudan, puede contra el que sea. Esto es una vergüenza. Un robo. A los asistentes lo digitaron desde el banco de Peñarol. Nos hicieron los dos primeros goles con foul al arquero y con un orsai alevoso. Así, no se puede", se quejó.

Fue una tarde de furia mendocina desde adentro de la cancha para afuera. Los 40 dirigentes que lo acompañaron no pasaron nada peligroso ni violento. El operativo policial respondió en lo que le tocaba pero esta vez, los jugadores estallaron.

San Martín perdió el invicto y la compostura en una tarde con un final más que anunciado por aquella desafortunada declaración de un tal Temperini que ni siquiera jugó en la revancha. Los dirigentes se hicieron eco, los medios también y todo terminó desembocando en una postal más que amarga y repudiable porque en Chimbas perdió el fútbol.

Un terremoto
 

Las consecuencias de la furia mendocina las terminó sufriendo el vestuario visitante de Peñarol que terminó sin puerta y con serios destrozos de mampostería, más otros detalles.