Dice el dicho que el "mundo es de los audaces", y mucho de eso hay. Si no, basta con preguntarle al grupo de amantes de autos antiguos que tomó la decisión de cruzar a Chile por Agua Negra en una Coupé Ford A 1930 de Alfredo Rodríguez, de San Juan, acompañado por Jorge Bacha como copiloto y mecánico; Norberto Iglesias en su Ford A 1929 y Horacio Vissani en su Ford A 1931, ambos de Buenos Aires. Lo lograron y con éxito. Como apoyo logístico y de transporte de equipaje se sumó Diego Carrizo y Francisco Rodríguez en una moderna camioneta.

Quizá muchos desprevenidos o temerosos de este cruce nunca podrían imaginar que tardaron doce horas desde una aduana hasta la otra, a una velocidad promedio de 50 a 60 km por hora en tramos llanos, y a unos 35 a 40 km en subida. La idea era cuidar los vehículos y no hacerlos sufrir demasiado.

Una verdadera aventura para un grupo de hombres que rondan los 60 años -y más-, que quisieron darse el gusto de enfrentar el desafío y coquetear por Coquimbo, Santiago y Valparaíso con sus autos de colección.

Cada uno tuvo su rol. Jorge Bacha, el copiloto, mecánico dedicado desde los años 90 a la restauración de autos, un detalle nada menor ya que conoce al pie de la letra a cada uno de ellos. Alfredo Rodríguez se podría calificar como el alma mater del grupo. Dueño de la loca idea y de cada detalle de la logística. No dejó nada librado al azar.

El sueño comenzó en el 2019 cuando Rodríguez, cliente y amigo de Bacha, le preguntó si un auto de casi cien años de antigüedad sería capaz de subir Agua Negra para pasar a Chile. Osado, confiado, Jorge le contestó que sí. La primera fecha para empezar la travesía fue diciembre de ese año, pero los colegas chilenos también aficionados a los autos antiguos les recomendaron que postergaran el viaje porque allí estaba todo muy convulsionado por problemas políticos. Así decidieron no cruzar en aquel entonces y luego -lo que todos sabemos-, llegó la pandemia.

Este año reflotaron la idea y la concretaron pero sin la participación sanjuanina que esperaban ya que sus autos no estaban en condiciones. Invitaron a un par de amigos de Buenos Aires. Así se sumaron Vissani, de la localidad de San Pedro, quien vino desde allá rodando en su propio auto, e Iglesias, de la localidad de Salto de la misma provincia.

Todo listo y preparado salieron desde San Juan con el apoyo de una camioneta destinada a llevar el equipaje, herramientas, camillas para colocar debajo de los vehículos, algunas herramientas y oxígeno por si alguno sufría el mal de altura. Todo esto ocurrió en la segunda quincena de marzo. 

Era previsible que alguna falla pudiera surgir. Fue el segundo día de iniciado el viaje en la Quebrada de San Lorenzo -donde está prevista la construcción del túnel de Agua Negra-, cuando el primer y único desperfecto los hizo detener. 

Será por esto que no todo en la vida es totalmente color de rosas, tuvieron que sortear este inconveniente: la rotura de una biela, algo que demandó unas cinco horas de trabajo.

"Había que salvar la situación. En ese momento Norberto dijo que creía tener una en la caja de herramientas. Fue un alivio, pero había que ver si estaba en una medida cercana para poder trabajarla. Ese no era el único problema, el otro es que estábamos a 3.800 metros de altura y la gente que venía de Buenos Aires estaba muy golpeada con la puna. Norberto recibió oxígeno un par de veces porque se descomponía, pero tuvo una voluntad tremenda. De inmediato seguíamos trabajando porque él es mecánico profesional. Logramos adaptarla, desarmamos medio motor para cambiarla y lo logramos gracias al trabajo en equipo, todos ayudaron en algo", dice Bacha, quien cumplió un papel fundamental en ese momento.

A 3800 metros de altura arreglando la rotura de un Ford A. Adaptaron una biela, desarmaron y armaron el motor en 5 horas. El viaje continuó sin más inconvenientes.

Continuaron sin apuros hasta Coquimbo, sólo disfrutando un paisaje único que empezaba a ser descubierto por los porteños que participaban de la travesía. Era la primera vez que ascendían a los Andes por este majestuoso y colorido sendero.

Luego llegaron a Santiago de Chile donde fueron recibidos por coleccionistas que no podían creer semejante cruce casi sin inconvenientes. Es que ellos, en sus intentos, sólo lograron ascender hasta el Cristo Redentor ubicado a mil metros de altura menos que el paso sanjuanino.

Los autos argentinos de colección luciendo en Chile su espectacular mantenimiento.

En cada ciudad trasandina donde estuvieron recibieron muestras de admiración y afecto que superaban las expectativas. En honor a la verdad no es usual ver esas reliquias en perfectas condiciones de mantenimiento tanto mecánico como estético.

"Me llamó mucho la atención el entusiasmo que generaron los autos en Chile. La gente se quedaba admirada, incluso los camioneros se detenían al costado y nos pedían que tocáramos bocina. Las personas grababan y sacaban fotos con los celulares, algo muy superior a lo que pasa acá que son muy apreciados también", agrega Jorge.

Entre las anécdotas cuentan que en Valparaíso los carabineros -por iniciativa propia- los acompañaron con sirenas para llamar la atención y asistirlos en el recorrido, y ni hablar la fiesta que se armó en Santiago.

"Allí nos esperaban coleccionistas con los que mantenemos contacto. Estaban muy contentos porque pensaban que no llegaríamos", indica.

Así iniciaron el regreso por Libertadores, con parada en Mendoza donde fueron agasajados por los integrantes de autos antiguos de esa provincia.

Un sueño que se transformó en una hazaña que quedará para la historia.

Mecánico profesional

Jorge, un invitado especial

Jorge Bacha en su taller concentrado en la restauración de un auto de colección.

Jorge Bacha siempre se dedicó a la mecánica pero fue en los comienzos de la década del 90 cuando incursionó en los autos de colección. En la actualidad sigue trabajando aunque reconoce que quien está al frente del taller ubicado en la calle Salta, en Chimbas, es su hijo.

"Por una cuestión de edad voy dejando la actividad porque además uno tiene que ver hasta dónde le da la fuerza física", cuenta.

¿Qué provocó esta pasión? En los inicios de los 90 hubo en San Juan un rally de motos antiguas y como gran aficionado de las dos ruedas, él tenía una Cushman modelo 38 que adquirió en su juventud, la puso a punto para competir.

Lo que no sabía hasta ese momento es que tomaría contacto con los dueños de autos de colección y que comenzaría a dedicarse a ellos sin parar.

"Uno entra en este ambiente y no sale más. Si bien mi primer rally fue de motos, en ese momento tomé contacto con los autos, y mi trabajo mecánico estuvo dedicado a eso, no a las motos a las que soy aficionado. Recién hace unos años compramos un Ford A", relata.

Dejar los autos como recién salidos de fábrica no es nada sencillo. Los repuestos no se consiguen y si se encuentran en el mercado los precios son sumamente elevados, tanto que en muchos casos Jorge debió fabricar piezas que se asemejen a las de fábrica.

Fue elegido por muchos coleccionistas para realizar desde arreglos pequeños hasta otros de gran magnitud porque su prestigio llegó a oídos de los propietarios de autos antiguos.

Pasó por su manos desde un vehículo modelo 1910, otro de 1912 , aunque la mayoría fueron autos de la década del 20 y 30.

"El gusto es sacarlos a la calle para ver cómo la gente los mira, quiere sacarse fotos. Son muy apreciados", agrega

Una de las particularidades observadas por Jorge en su experiencia es la variedad de marcas y autos (antiguos) que hay en San Juan a diferencia de otras provincias.

"Es sorprendente la cantidad de apasionados por este tipo de vehículos en relación a la población existente. Sólo alcanza con verlos los fines de semana cuando sus orgullosos dueños salen a rodar, o bien participan de desfiles o encuentros oficiales a los que son invitados para lucir estas joyas", cuenta Bacha.

Una vida dedicada a esta pasión que lo ha convertido en un verdadero artista de la restauración.

Los cinco viajeros. Tres pilotos y dueños de los autos de colección, un copiloto y mecánico. Además los dos colaboradores que acompañaron el cruce.