"Mundstock fue posiblemente el estandarte de un humor noble y limpio…".

El humor, basamento de la risa, es una flor que se abre sin permiso, algunas veces en un desierto, no importa, vale porque sí, por su gesto positivo, por la belleza de la impronta, por el bien que prodiga; un color que estalla en el centro crucial del asombro con el mandato de decirnos la vida con otro idioma, como lo hace la poesía. No nos puede faltar, es nuestro modo de endulzar tristezas, de morigerar tropiezos, de ver lo duro desde la mejor esquina del alma. 

Se nos ha ido Marcos Mundstock, quizá madero vertebral de Les Luthiers. Los escenarios han perdido una vos fundamental. Fue el autor de la mayoría de los guiones del célebre conjunto humorístico-musical, una flor luminosa se ha desplomado. Se fue un hombre de buena leche que perteneció a una troupe de buena leche, esos personajes que podíamos sentar a nuestra mesa, confirmando que lo bello y noble es el mejor regalo que nos debemos, aunque se trate de la ingenuidad de una simple rosa o la sonrisa que todos los días, en cualquier camino y momento, necesitamos para continuar.

Les Luthiers admiraron a Alfonsín, pero ninguno de ellos le hizo propaganda política ni ofendió a quienes no pensaban como ellos. La grandeza debe ser una constante en todos los instantes de la vida, como la dignidad. 

Mundstock fue posiblemente el estandarte de un humor noble y limpio, como el de Olmedo, Sandrini, Pepe Iglesias, Minguito, Balá, Pepe Biondi, Calabró, Niní Marshall, los uruguayos de "Telecataplum", el Pato Carret, Jorge Luz, Fidel Pintos y en nuestros días Cacho Garay, el Negro Álvarez y varios cómicos cordobeses. Un humor que no necesita del lenguaje obsceno o indecente ni el destrato de mujeres vilipendiadas con el desnudo sorpresivo de pobres personajes sin talento. 

Yo creo que Marcos ha de dejar su traza en el grupo genial, de forma tal que servirá de lámpara para que sus compañeros de florida ruta no dejen de ser los genios de un arte enaltecido. Porque un ser humano es invencible si ha dejado una contraseña de luz.

Va a comenzar el espectáculo. La linterna del enorme teatro busca entre las nieblas llorosas la figura de un hombrecito gigante. Ahí está. Claro que no se ha ido. Una flor se ha incorporado. Con vos sentenciosa comienza un monólogo pletórico de inteligencia y gracia: "Todo tiempo pasado fue anterior…". Y el auditorio vibra. A su lado, una historia que deben continuar unos amigos junto a un piano e instrumentos estrafalarios construidos por ellos para deleite de los dioses. La gente sabe que esa primera noche donde una ausencia resplandeciente los hará lagrimear, está armando un escaparate para la memoria y el homenaje. Marcos ha venido a su propia gloria.

 

Por el Dr. Raúl de la Torre 
Abogado, escritor, compositor, intérprete.