Finales de los 90. Épocas de esplendor menemista, el uno a uno y las importaciones a precios irrisorios. Condiciones ideales para la llegada al país de productos de todas partes del mundo, en su mayoría de China. En paralelo, las industrias nacionales hacían malabares para medianamente poder competir.

Así fue como no pocos comerciantes vieron la posibilidad de explotar ese costado y comenzaron a surgir los famosos ‘Todo x $2’. En San Juan se instalaron a principio de 1998 y no tardaron en proliferarse por todo el centro comercial. ¿En qué consistía? Tiendas con una variedad de productos importados que se vendían, todos, absolutamente todos, a dos pesos cada uno.

La diversidad era increíble: un par de ojotas, un libro de Borges, una frazada térmica, un set de autitos de juguete, cubiertos, cuadros, herramientas y hasta ropa, siempre al mismo precio. La novedad no tardó en prender en los sanjuaninos que comenzaron a agolparse en los locales. Primero para ver de qué se trataba, luego para comprar. Y como una cosa lleva a la otra, salían del lugar con un canasto lleno de cosas útiles… e innecesarias, pero muy económicas. De hecho, en ese entonces los empresarios reconocían que el verdadero negocio radicaba en la cantidad de productos que vendían.

La mercadería llegaba a la Argentina proveniente de los puertos de Chile y Panamá. Muchas veces eran el lugar ideal para salir de un apuro o cumplir con algún compromiso familiar. ¿La vecina cumple años? Regalo de ‘Todo x $2’, ¿se rompió una lámpara en la casa? ‘Todo x $2’, ¿los chicos necesitan lápices nuevos? ‘Todo x $2’. No había nada que no se vendiera en ese lugar. El Día de la Madre, del Padre o de los Enamorados eran fechas en que los comercios colapsaban. Ni hablar en épocas de Navidad y Reyes.

De todas formas, sabido es que lo barato (casi siempre) sale caro. La calidad de los objetos rozaba lo mediocre e incluso muchos se rompían con el primer uso. Sin embargo, la gente no cesaba en las compras, porque el precio lo ameritaba. Era raro que alguien entrara sólo para ver y saliera del local sin un paquete bajo el brazo. La tentación era muy grande.

Con el paso del tiempo, seguir vendiendo la mercadería a ese precio comenzó a volverse insostenible, por lo que si bien se conseguían objetos a dos pesos, otros en cambio, empezaron a subir. El nombre de las tiendas seguía siendo el mismo, cada vez se conseguían menos cosas a ese precio.

Finalmente, los comercios mutaron lentamente y ahora son conocidos como importadoras o bazares, con productos bastante más costosos que en aquellos tiempos.