Desamparados tiene un mérito: sabe sus limitaciones. Es consciente a lo que tiene que jugar como para ser competitivo ante rivales con jugadores de mayor jerarquía y un presente mejor. Así se explica cómo fue capaz de ayer, en el pésimo campo de juego de Alianza donde hizo de local (es la tercera cancha en el torneo que utiliza para ser anfitrión), superar por varios pasajes al escolta de la Zona Sur, Villa Mitre, un equipo que si le daban para firmar el punto antes de viajar desde Bahía Blanca, lo hacía con los ojos cerrados. Pero…Desamparados tiene un déficit que puede ser su condena: la falta de gol. Un dato: suma dos goles en los últimos cinco encuentros. Otro dato: hace siete partidos que no gana, con seis empates y una caída. Así y todo, si ayer superaba a los bahiense hubiera salido de la zona de descenso. Es una ecuación que se repite de manera cíclica en cada fecha desde hace un tiempo, pero siempre la ecuación final lo deja al puyutano cerrando la tabla. En descenso y por ende con una carga de angustia que cada vez es, y será, más grande.
En un terreno de juego (casi) imposible para jugar bien, el víbora entendió que la clave del partido era la intensidad. Meter, meter y meter, buscando que en algún descuido de la visita pudiera aparecer la chance de marcar la diferencia. Con ese libreto, Desamparados fue el único que quiso ganarlo. Esa ilusión no se tradujo en opciones netas: en la etapa inicial, un derechazo de Garrido que despejó Tavoliere, otro zurdazo de Décimo alto y no más; en el complemento, quedó en blanco el casillero del peligro real sobre Villa Mitre. Apenas, una protesta por un supuesto penal a Rodríguez por parte de Dauwalder.
Del lado visitante…nada. No solo ninguna chance neta, sino que ni un remate al arco de Díaz en los 104 que duró finalmente el encuentro. En esto, hubo mérito de Desamparados que supo maniatarlo y un conformismo gigante de parte de los dirigidos por Carlos Mungo.
El víbora ahora visitará a Cipolletti. Luego tendrá libre y posteriormente encarará los últimos nueve partidos para definir su destino en la categoría, o, lo que nadie quiere en Puyuta, ya no en la tercera división del país. Dillon, sobre todo, tiene claro las (pocas) herramientas con que contará para jugarse lo que queda. No armó el plantel y si bien le imprimió su pasión y orden, el techo es bajo. En la recta final, entrará en acción un protagonista siempre negativo para los equipos que pelean por esquivar el descenso: los nervios. Ahí el DT tendrá un rol clave. Los hinchas, esos que ayer perdieron la paciencia en más de un momento, muestran ya su impaciencia. "Esto va a ser duro y complicado hasta el final", subrayó Dillon. Continuará…
Mudanzas
Desamparados acumula tres estadios distintos en la temporada cuando le tocó hacer de local. Primero fue el Bicentenario, luego Trinidad, posteriormente regreso al estadio de Pocito y ayer lo hizo en Alianza. De los 33 puntos en juego en esa condición, sumó 15 (45%). Su vuelta al Serpentario seria recién a fines de setiembre o principio de octubre.
Alta tensión en Santa Lucía
El partido tuvo tres interrupciones, dos en la etapa inicial y la restante en el complemento. En el par del primer tiempo se dieron por las piedras que cayeron desde la cabecera con los hinchas de Desamparados sobre el área del arquero de Villa Mitre, Facundo Tavoliere, quien se las mostró al árbitro pidiendo la suspensión. Esto derivó en discusiones entre ambos planteles, aunque no pasó a mayores.
Ya en el segundo tiempo, hinchas del víbora rompieron la tela metálica del costado Este (foto) y en un saque lateral, Lucas Ceballos, les pidió que ingresaran de nuevo a la tribuna. Una imagen que marcó la confusión y bronca de los simpatizantes del puyutano, que ven cómo pasan las fechas y el equipo sigue en la zona baja de la tabla.