La carrera de las vacunas contra el COVID-19 en la Argentina tiene a esta altura un correlato urgente: completar los esquemas de vacunación de la población en general (solo el 22,46% recibió las dos dosis); y en especial, acelerar la administración de la segunda dosis a aquellos que recibieron sólo el componente 1 de la vacuna Sputnik V y además tienen vencido el plazo del intervalo.
Para achicar primero y saldar después estas brechas entre vacunados con primeras y segundas dosis de Sputnik- además de contar con los sistemas heterólogos de vacunación o combinación de vacunas, que ya puso en marcha en todo el país el Gobierno Nacional y cada jurisdicción- es central que Richmond pueda sostener y acelerar el ritmo de la fabricación nacional del inoculante originario de Rusia – de ambos componentes, el 1 y el 2- para sumar luz al final del túnel para el caso argentino.
Según pudo saber Infobae la cantidad de vacunas Sputnik V producidas por el Laboratorio Richmond que estarán disponibles la próxima semana para ser aplicadas en la Argentina se organizarán de la siguiente manera: serán 3.727.375 de dosis del componente dos y 1.179.625 de vacunas del componente 1 ya producidos y hacia fines de la semana próxima listos para distribuir .
Infobae pudo confirmar el circuito de la distribución y aprobación de estas nuevas partidas de Sputnik V producidas por Laboratorios Richmond en la planta de Pilar, Provincia de Buenos Aires:
-995.125 dosis del componente 1 y 152.500 dosis del componente 2 (C 2) y que ya fueron repartidas al Ministerio de Salud de la Nación.
-Ya están aprobadas por el Instituto Gamaleya de Rusia (aunque aún está pendiente el sello de la reguladora local ANMAT) 184.500 dosis del componente 1 y 242.250 del segundo componente.
-Quedan aún por ser aprobadas por el Instituto científico Gamaleya 4 lotes del componente dos con 610.250 dosis que estarán liberadas el 19/8 y también otros 8 lotes más de C2, con 1.188.250 dosis.
Es muy importante que Richmond no solo transparente los números de su producción local, sino también las instancias de aprobación que aún necesita desde Rusia y los sellos de ANMAT; para luego evitar demoras en los tiempos de distribución de los inoculantes. Hay que señalar que al caso argentino se agrega la complejidad de un territorio vasto que le suma tiempos muertos a la llegada de las vacunas a los diferentes territorios y jurisdicciones a los ancho y a lo largo del todo el país.
En sintonía con lo que declaró la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, “Agosto será el mes de las segundas dosis”. También llegaron las nuevas medidas sanitarias que empezaron con aperturas progresivas de actividades y cambios en la medición de variables con respecto a los contagios y la ocupación de las camas de terapia intensiva. Está claro que es fundamental el objetivo de completar los esquemas de vacunación a la mayor cantidad de argentinos ante la amenaza de la variante Delta del coronavirus.
En diálogo con Infobae Marcelo Figueiras, presidente de Laboratorios Richmond remarcó, “seguimos transitando un ida y vuelta permanente sobre el producto final SPUTNIK V entre Richmond y Gamaleya. Será un proceso que haremos juntos, ambos equipos científicos”, expresó.
Con la planta de Pilar terminada la idea es avanzar a producir 500 millones de dosis anuales que será la capacidad anual instalada y podremos llegar a fabricar cinco millones de dosis por mes una vez que alcancemos el ritmo completo de la producción, y siempre teniendo en cuenta que completen los envíos prometidos. Es un proyecto ambicioso, pero posible, y que puertas adentro, ya lo hemos trazado como un objetivo. Se trata de crear un hubo farmacéutico y de tecnología para el mundo entero. La clave de esta segunda etapa es que la Argentina tendrá todo el ciclo de fabricación completo de la vacuna rusa.
“Hacia fin de año pretendemos escalar la producción a cinco millones de dosis. Y en 2022, una vez que esté construida la nueva planta y el ciclo completo de producción local, nuestro país exportará vacunas a toda la región” concluyó Figueiras.
La vacuna contra el COVID-19 ideada, en Rusia, por el Instituto Gamaleya, es un inmunizante de dos dosis que son diferentes. Utiliza dos vectores de adenovirus distintos para realizar esta tarea de protección para el organismo contra el virus SARS-COV-2: el adenovirus tipo 26 (Ad26) para la primera inyección, y el adenovirus tipo 5 (Ad5) para la segunda inyección.
El cuello de botella en la producción del componente 2 de la vacuna Sputnik primero; y el faltante que se evidenció después -particularmente en el caso argentino- puso de manifiesto para Richmond la necesidad de producir más componentes dos (C 2) y organizar junto a las autoridades sanitarias nacionales eficazmente la distribución.
Al decir de los expertos, el componente 2 de la vacuna Sputnik requiere de un proceso de producción más lento -sobre el cultivo de los virus- y esto retrasa la equitativa distribución de las dos dosis; y sumado a la eclosión de las nuevas variantes – especialmente la Delta- que provocaron nuevos brotes u olas pandémicas en el mundo entero, la necesidad de disponer de los inoculantes contra el COVID-19 en tiempo y forma como eficaz escudo protector frente al coronavirus es insoslayable para tener sociedades completamente -o mayoritariamente- vacunadas.