Se podría decir que no será el mejor aniversario para Oscar Cuevas, quien hoy cumple nueve meses al frente de la Liga Sanjuanina de Fútbol. Lo hace en un (nuevo) momento donde su poder quedó seriamente cuestionado, a la luz del papelón consumado ayer cuando se decidió en una reunión de urgencia en la Secretaria de Deportes suspender las semis del torneo doméstico previstas para hoy y el domingo. Fue una marcha atrás a toda velocidad y en un escenario donde la Liga y el sucesor de Alberto Platero quedó atrapado. El motivo principal fue que era imposible jugar los cruces de semis con ambas hinchadas: representaba ir "contra" lo que marca la Asociación del Fútbol de Argentina, que encabeza el hombre que pidió a Cuevas para el sillón de calle Santa Fe, Claudio "Chiqui" Tapia. Un dato: hasta ahora ningún encuentro en el país tuvo las dos parcialidades. Los cruces en las altas esferas derivaron en el cónclave y en la decisión de, no solo frenar los partidos del fin de semana, sino en allanar el camino para modificar el formato de definición mediante una Asamblea el próximo lunes en la Liga. Papelonesco por donde se lo mire.
Este nuevo paso en falso de la conducción de la Liga no es más que la ratificación de un proceso que arrancó torcido y lejos estuvo hasta el momento de enderezarse. Más bien todo lo contrario.
La LSF más que nunca carece de autonomía y su presidente es más bien un enlace entre los clubes y el organismo que conduce el deporte en la provincia. Por eso, lo que muchas veces se define en la Liga, se cambia cuando debe ser avalado o apoyado en ámbitos superiores. No es ni más ni menos que la ratificación de una conducción carente de peso político y, sobre todo, poder real. Cuevas arribó a su actual sitio casi de forma exclusiva por el pedido de Tapia, un dirigente muy afín a los pedidos de su provincia natal. Pero en la cocina del fútbol doméstico, el sindicalista del gremio de Camioneros tiene un poder de fuego bajísimo. No tuvo consenso en su asunción desde aquel 23 de enero donde hubo una puesta en escena de una sola lista de "unidad". De hecho, sus colegas dirigentes antes que asumiera pidieron por la continuidad de Platero, cuando éste ya tenía un pie y medio afuera de la Liga. Los llamados desde Buenos Aires, más algunos otros más cercanos, le allanaron el camino a Cuevas para su asunción justo en el aniversario 100 de la Liga. Desde que manda, se produjeron un sinfín de idas y vueltas: modificación del formato de los torneos, malos manejos con el personal interno de la entidad que derivaron en la salida de su tesorero (Gerardo Iturrieta), indefinición de cuándo volverían los entrenamientos, y un bajo aporte conseguido durante el parate para jugadores y cuerpo técnico. Demasiadas carencias para una dirigencia que hoy por hoy no parece hacer pie como debiera. Cuevas es el primer responsable que la Liga haya quedado tan expuesta en el último tiempo, pero también no es menos cierto que, parafraseando un viejo refrán, "la culpa no es del Pato, sino del que le da de comer…".