Charlie Watts, el apacible baterista de Los Rolling Stones, único miembro original junto a Mick Jagger y Keith Richards en la actual formación, cumple este miércoles 2 de junio 80 años, de los cuales 58 los vivió en el conjunto que lo convirtió en una estrella mundial, a pesar de que su pasión musical y su filosofía artística se asocian al jazz.
Es que tanto en sus primeros años de formación musical, como a partir de los ’80 cuando formó su propia agrupación, el músico tuvo a este género por sobre el rock como su principal fuente de inspiración, algo que subyace en las interpretaciones encaradas para el combo encabezado por Jagger y Richards.
La vida personal de Watts, marcada por la fidelidad a la esposa con la que se unió en los primeros años de los `60 y por el gusto por la quietud hogareña, se ubica en las antípodas de la de un hedonista rockstar, como la que llevaron sus compañeros de grupo, y también de la de una típica figura del jazz.
Esto no impidió, sin embargo, que cayera en una fuerte adicción a la heroína y el alcohol a finales de los `70 y gran parte de los `80, pero en su caso fue más producto de demonios internos personales que un condimento a un alocado andar.
Más allá de eso, y a pesar de su casi inadvertida presencia, el baterista es una figura clave en el engranaje de esa gran maquinaria rockera que es Los Rolling Stones, a partir de un sutil y único toque de tambor y una fuerte pero serena personalidad que en muchas ocasiones encauzó desmedidos egos dentro de la banda.
La importancia de este músico en el grupo también se extiende a la parte gráfica, como diseñador de algunas portadas de discos editados en los `60, y de afiches de diversas giras.
Nacido en Londres, Watts desarrolló desde muy chico un gusto por el jazz y el rhythm & blues, por lo que sintió que el mundo le sonreía cuando fue convocado en 1961 por Alexis Korner para ser parte de la Blues Incorporated, uno de los más importantes grupos en el Reino Unido de ese género.
Al ver su desempeño en ese combo, los jóvenes Jagger, Richards, Brian Jones, Bill Wyman e Ian Stewart entendieron que ese swing en la batería era el que necesitaba la banda de blues que estaban formando y fueron por él.
Los famosos riffs de Richards y los meneos de caderas de Jagger encontraron su atinado y definitivo ritmo en los particulares tambores de Watts, los mismos que renovarían la sonoridad del grupo en 1981 desde la introducción de "Start Me Up".
Con un pasado como estudiante de arte y una familia estable, mientras sus compañeros vivían de manera desenfrenada, más aun en épocas de giras, el baterista optaba por mantenerse encerrado dibujando en cuartos de hotel. Mientras todos se codeaban con la crema rockera de la época, él prefería perderse en clubes de jazz.
Tal como se señaló antes, las adicciones llegaron por tensiones personales y no por las ansias de montarse al estilo de vida que proponían sus colegas.
Sin embargo, incluso en su peor momento, Watts siguió siendo el único capaz de ponerle freno a los egos de Jagger y Richards, tal como lo confirma una famosa anécdota con el vocalista en una gira de los `80.
Fue cuando el cantante llamó a su habitación en la madrugada para reclamar que "su baterista" debía estar a disposición porque quería ensayar. Sin inmutarse, Watts se levantó, se afeitó, se vistió de traje, fue a la habitación del vocalista y le pegó una trompada, para luego aclararle: "No soy tu baterista. Vos sos mi cantante". Dicen que Jagger nunca más lo llamó así.
Fue por aquellos años en los que el grupo entró en un incierto impasse que Watts finalmente formó sus propias bandas de jazz con las que hasta el día de hoy despunta el vicio. Mientras tanto, con 80 años, una adicción a la heroína y un cáncer de garganta superado, espera que la pandemia pase para volver de gira cuando Jagger y Richards lo dispongan. Muy a su pesar.