Los ataques vandálicos a esculturas o bustos de próceres o personalidades situados en plazas, parques u otros lugares públicos no cesan, lo que lleva a pensar que ese hábito de destruir patrimonio público está muy internalizado en determinados sectores de la comunidad, que encuentran en esta práctica un raro placer por la destrucción.

El lunes pasado, un busto del expresidente de la Nación, Raúl Alfonsín, que está en la plaza Hipólito Yrigoyen de nuestra ciudad Capital fue objeto, por segunda vez, desde su inauguración, de un ataque vandálico que generó el repudio de la mayoría de los sectores de la comunidad. El municipio dispuso la inmediata reparación a un costo que no se ha revelado, pero que por las cotizaciones que tienen estas obras se sabe que alcanza varias decenas de miles de pesos.

Cuando se dice que los ataques son permanentes hay que recordar el daño provocado a la estatua de Sarmiento ubicada junto a la puerta de acceso principal a la Casa Histórica. En varias ocasiones ha tenido que ser reparada, ya que personas inadaptadas socialmente se encargaron de romperle desde las manos hasta el libro que sostiene entre ellas.

Otro punto preferido por los vándalos es el del Jardín de los Poetas, donde hay decenas de bustos que periódicamente son dañados sin ningún tipo de contemplación, cuando no aparecen con pinturas o graffitis.

En las plazas departamentales o de barrios de determinadas jurisdicciones, el problema llega a ser peor ya que además de producirse el ataque contra bustos o esculturas, nunca se conoce en qué momento ocurre, ni quiénes son los responsables de estos agravios a la cultura. Entre uno de los casos más graves del último año está el daño provocado a un busto de Sarmiento situado en la plaza 11 de Septiembre de Caucete. Esta escultura fue donada por la Asociación Amigos de la Casa Natal de Sarmiento y a poco de ser descubierta comenzó a ser objeto de ataques que terminaron destruyendo parte de sus orejas, la nariz y las mejillas. Para el pasado acto del Día del Maestro, el municipio tuvo que recomponerlo y pintarlo para que luciera aceptable.

Como éstos hay otros tantos casos, que en un elevado porcentaje no son sancionados como corresponde, en base a la gravedad y la responsabilidad que le compete a cada miembro de la comunidad. Estos hechos están contemplados por la Ley de Faltas, que prevé sanciones para los contraventores, aunque muchas veces se opta por no denunciarlos o no actuar de oficio.
De una forma u otra se debe ejercer un mayor control de estos hechos, con el objeto de dar con los verdaderos culpables y aplicarles duras sanciones ejemplares que sirvan para desalentar esta práctica. Además de la condena social a los destructores se debe implementar un sistema para que se hagan cargo de asumir el costo del daño cometido.