De negro, con lentes de sol, por momentos quebrada y de la mano de su abogada. Así vivió Gabriela Cortéz, la exhumación del cuerpo de su marido Carlos Varela. Hoy el Cementerio de la Capital fue escenario del inusual procedimiento, después que la familia de la víctima planteara ante la Justicia sus dudas respecto a la causal de muerte.
La mujer eligió el silencio y durante el recorrido desde la puerta del cementerio hasta la tumba, no cruzó palabras con la única familiar del fallecido que estuvo siguiendo la exhumación. Siempre caminó junto a su letrada, tomadas fuerte de la mano y sin emitir comentario.
Al momento de reconocer las placas y el féretro la viuda se quebró y lloró abrazada a su hija, pasado el trámite de rigor accedió a dar una breve declaración.
“Detrás de esto hay intereses materiales y personales. Estamos hablando de bienes que se encuentran en Mendoza”, dijo la abogada María Noriega, mientras Gabriela, tomada de su mano, asentía con la cabeza. La letrada insistió en la muerte natural y afirmó que no se realizó autopsia "porque no hizo falta".
Fue al momento de hablar de la familia de Carlos cuando la mujer rompió el silencio. “Él no la quería por eso no tuvo más contacto con ellos. No querían que tuviéramos hijos, no me aceptaban, nunca me dejaban en paz, ni cuando estuve perdiendo mis dos niños”, dijo entre lágrimas antes de partir a reconocer el cuerpo en la morgue judicial.
Ahora se espera que la autopsia devele el misterio sobre la causal de la muerte de Carlos Varela para que se inicie, o no, una causa.