Algunas más modernas, otras más típicas, más o menos abstractas, a lo largo de los años diferentes propuestas han llegado hasta el Atahualpa Yupanqui, para representar a San Juan en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín. Y quienes gustan ver en el gran festival folclórico argentino un espectáculo que haga honor a las tradiciones, vayan preparando las palmas. “Si de cuyanía se trata…” es el nombre del cuadro que mañana por la noche llegará a la Plaza Próspero Molina, y desde el vamos ya cuenta de qué va la cosa. Ideado por Daniel Páez, tiene como epicentro uno de esos tantos patios sanjuaninos, histórico punto de encuentro de entrañables amigos, adonde no faltaba la guitarreada, el baile y un vaso de buen vino.

 

Reunión llena de anécdotas y costumbres que sirve de puntapié para recordar y homenajear a varios íconos del folclore local y regional -presentes y ausentes-, que van desfilando entre la algarabía y la nostalgia. Obviamente que el tributo es a través de sus emblemáticas canciones, pero lo más jugado de esta puesta es que se los puede ver a ellos transitar ese patio cuyano. Una apuesta arriesgada esta de caracterizar a cantautores sanjuaninos como esos baluartes, pero que bien resuelta, no se queda en el “disfraz” y se convierte en un cariñoso guiño.

 

Desde el porte hasta la ropa, incluidos esos detalles tan característicos de cada uno están observados en esta respetuosa iniciativa, que no tiene pretensiones de imitación, sino de evocación (y ahí quedan entonces las disquisiciones sobre, por ejemplo, si las voces son parecidas o no). La boina y el pañuelito al cuello de don Saúl Quiroga (Daniel “Lechuga” García), o los rulos, el pelo entrecano y la corbata moñito de Los Hermanos De la Torre (Hugo Cantos y Fabio Salem)… Tampoco es difícil vislumbrar al “Bebe” Flores (Bebe Martínez), al “Negro” Villavicencio (Katy Martínez) y al “Gordo” Páez Oro (“Diablito” Martínez), más allá de que los nombran. A todos ellos recibe el Aparcero Jorge Darío Bence, con sus pilchas gauchas (encarnado por su hijo, Jorge Pascual Recabarren). Maquillaje, posticería y vestuario mediante, se lograron estos “parecidos” que sin dudas han sido más apreciados en casa de lo que lo serán en la Próspero Molina -en general no muy compenetrada con la cultura cuyana-, pero que vale la pena mostrar.

En medio de las actuaciones de cada uno, con buena compañía musical, el sólido elenco de bailarines ataviados a la vieja usanza (nota aparte, es de destacar su expresividad) va poniéndole forma a esas historias que las canciones cuentan, y así puede verse una divertida disputa vecinal al ritmo de “El pícaro del gallo” (Páez Oro), el romance entre las vides de “Cuyana cosechadora” (Bebe Flores) y la infancia entrañable, entre muñecas y barriletes, de “Romance de mi niñez” (De la Torre), tres del jugoso racimo que completan Riquezas mías (Quiroga), Sabores cuyanos (Páez Oro), Mi amor en una tonada y San Juan por mi sangre (Villavicencio). 

En medio de la “farra”, también hay lugar para el malambo (muy aplaudido el jueves por la noche), y con él, otro tributo: a dos “maestros de maestros” de folclore: Héctor “Tito” Avila y Rogelio Ruarte, quienes le ponen cuerpo y alma al zapateo, flanqueados por los destacados Juan Manuel Peletier y Sergio González, y jóvenes promesas.

Pero no todo queda en aquel viejo patio cuyano, porque el amor por las raíces no es cosa del pasado… Aunque con otras formas, sigue latiendo en los jóvenes músicos, cantantes y bailarines. Ese el mensaje que sobrevuela cuando las paredes del viejo patio se abren para convertirse en las de la “Gran Peña Bailable”, donde entre selfies, jeans y plataformas, las nuevas generaciones siguen haciendo honores a la cuyanía. 

Por la tele

 

 

“Si de cuyanía se trata” será parte de la última luna del Festival de Cosquín, que brillará mañana. Se verá dentro del apartado Postales de Provincia, y figura en grilla hacia el final, antes de la premiación. De todos modos, desde la Comisión ratificaron que se podrá ver por la Televisión Pública.